TLC con Japón: una derrota anunciada



El TLC con Japón, se encuentra en su séptima ronda de negociaciones, es una de las prioridades comerciales del Gobierno Nacional. El presidente Santos y la nueva Ministra de comercio, Cecilia Álvarez-Correa, han anunciado que los negociadores tienen como obligación acelerar los acuerdos con los delegados japoneses. No obstante, el TLC con Japón tendría consecuencias similares al TLC con Corea, con la diferencia que el primer país es 3.5 veces más grande que el segundo.

Argumentos de cartilla

Se ha vuelto repetitivo el argumento de quienes defienden el modelo de libre comercio en Colombia. Los principios teóricos que sustentan las decisiones de política comercial son intocables e indiscutibles. El fracaso de la teoría de las ventajas comparativas y la especialización en sectores con abundancia de factores productivos no ha sido suficiente para considerar otras alternativas. En el caso del TLC con Japón vuelve y juega la misma coartada que justificó los acuerdos con EEUU, Unión Europea, Corea y con una decena de países más.

El objetivo del TLC con el país asiático, según Fedesarrollo, consiste en determinar unas ventajas comparativas para convertir a Colombia en un socio más atractivo para Japón. La justificación es: “el déficit de la balanza comercial de Colombia, exige al país integrarse económicamente y darle apertura a nuevos mercados, la consolidación de un Tratado de Libre Comercio con Japón una gran potencia en cuanto a tecnología, producción y servicios, puede generar un crecimiento económico y además traerá mejoras en las relaciones con países de la zona asiática, son muchos los puntos positivos de entablar relaciones más profundas con Japón, Un tratado de libre comercio con Japón y demás países asiáticos, resulta ser la oportunidad perfecta para diversificar mercados y no depender de los socios tradicionales”[1]. Las diferencias son prácticamente nulas con respecto a los estudios realizados por Fedesarrollo para justificar el TLC con Corea del Sur.

Al igual que en dicho acuerdo, el sector agrícola es usado como instrumento de distracción: mientras exista la ilusión de que al sector agrícola colombiano le irá bien en el acuerdo comercial, no importa que pueda pasar en los demás sectores, es la premisa. Además, no hay pruebas que indiquen que dicho sector  se beneficiará solo porque “esta es la mayor necesidad del país asiático”.

Otro de los argumentos utilizados por el Gobierno Nacional, es considerar a la Inversión Extranjera como positiva per se, en cualquier condición o sector a la que vaya dirigida. Además de suponer que los mayores flujos de inversión promueven el desarrollo acelerado. La evidencia internacional ha demostrado que los efectos económicos de la inversión extranjera no siempre son favorables en economías subdesarrolladas. La estrategia de crecimiento basada en el ahorro externo (inversión extranjera y endeudamiento), impulsada en Colombia por más de dos décadas permite hacer un balance al respecto. En condiciones de Enfermedad Holandesa, revaluación y bajas oportunidades de inversión nacional, tal como se da en Colombia en la actualidad, la inversión extranjera puede sustituir o desplazar el ahorro interno y marchitar sectores estratégicos como la industria y la agricultura. Además, los TLC impiden que Colombia pueda establecer requisitos de desempeño, por lo que el país no se beneficia a largo plazo de la transferencia tecnológica.

Por último, el Gobierno persiste en abandonar cualquier esfuerzo para promover la competitividad y productividad empresarial, arguyendo que deben prepararse para poder exportar más y ganar segmentos del mercado internacional, sin ningún tipo de subsidios, incentivos o por lo menos plazos para prepararse y competir con los bienes importados. A los empresarios nacionales se les exige mejorar la competitividad en condiciones de difícil sobrevivencia y usando su capacidad instalada lejos del potencial.

Comercio de bienes con Japón


El comercio de bienes entre Colombia y Japón es poco significativo. A diferencia de países latinoamericanos, como Brasil y Chile, que tienen una larga tradición de intercambio con países asiáticos, Colombia presenta unas exportaciones altamente restringidas y en un nivel muy bajo e importaciones muy sectorizadas.

En el 2013, el déficit comercial con Japón ascendió a US$ 1.090 millones, al registrar exportaciones por US$ 389 millones e importaciones por US$ 1.478 millones.

Como si fuera poco, el comercio entre Colombia y Japón aún es poco desarrollado, puesto que los bienes exportados al país asiático son esencialmente café (US$ 226.550, el 58,4%), flores (US $ 52.049, el 13,4%), ferroníquel (USD$35.141, 9,1%), entre otros productos de escaso valor agregado. La concentración de las exportaciones hacia Japón es una de las más altas. El IHH[2] con Japón es de 3.738, mientras que el IHH total de Colombia es 2.417, lo cual indica que las exportaciones a Japón están mucho más concentradas en pocos productos que en el promedio de la exportaciones totales.

Independientemente de las ilusiones creadas con el TLC y las tesis que soportan la negociación, es válido conocer cuáles son los sectores susceptibles al cambio en el comercio con Japón. Tanto los bienes que potencialmente importaría Colombia desde Japón, como las reales posibilidades de vender productos en dicho mercado de casi 130 millones de habitantes.

Según el estudio de Fedesarrollo y del Ministerio de Comercio[3], los sectores potenciales de Japón en el mercado colombiano son: fibras sintéticas y artificiales, productos de caucho, vidrio, maquinaria de uso general, vehículos, automotores y sus motores, aparatos e instrumentos médicos. Es decir, Japón tiene un terreno allanado para expandir sus exportaciones en sectores de escaso desarrollo en Colombia. A su vez, estos sectores en los demás países latinoamericanos presentan una tendencia creciente a las importaciones que puede incluir mayores ventas a Colombia.

Por otra parte, en la industria manufacturera de Japón se destacan sectores como el automovilístico, la electrónica, tecnologías de la información, maquinaria de precisión y acero por ser muy competitivas y activas en exportaciones e inversiones en el exterior adicionalmente, presentan altas productividades con salarios relativamente bajos, comparados con EEUU, lo que los convierte en competidores contundentes.

Si se analizan las posibilidades comerciales de Colombia, el panorama se vuelve más nublado: Los sectores potenciales de Colombia en el TLC con Japón, según Fedesarrollo y el Ministerio son: carbón, metales preciosos, producción agrícola, petróleo y gas natural. También prendas de vestir, industrias básicas metales preciosos, productos de tabaco, tejidos y artículos de punto y ganchillo. Frente a los primeros, son productos que ya se exportan a esos mercados sin necesidad de tener un TLC y los segundos, no solamente dependen del acceso al mercado japonés sino de la competencia mundial y la posibilidad de salvar a la industria local que los fabrica, hoy en franco deterioro.

En los estudios oficiales, se habla de otros sectores no minero energéticos con posibilidades, mucho más escasas de expandirse en el TLC: producción agrícola, producción pecuaria, elaboración de frutas, legumbres, hortalizas, aceites y grasa, productos de panadería, fideos y similares, productos de café, ingenios, refinería de azúcar y trapiches.

Al respecto es válido reafirmar dos elementos centrales:

1.            Colombia hoy no vende nada, o vende en cantidades insignificantes, de los productos mencionados, excluyendo el café y sus derivados. En el 2013, Colombia exportó tan solo US$3,2 millones en productos agrícolas. Por ejemplo, en azúcar no se vendió nada en 2011, mientras que en 2013 tan solo se vendieronUS$32.400.

1.            Japón es autosuficiente en un 60% en el sector agrícola y las importaciones que garantizan la seguridad alimentaria provienen de países más desarrollados, los cuales son más competitivos que Colombia en cada uno de los productos. Entre 2007 y 2011, Japón importó en promedio US$25 mil millones en productos agropecuarios, donde EEUU le vendió el 40%, Canadá el 10% y China el 7.2%. Es decir, con solo las importaciones de esos tres países, Japón garantizó cerca del 60% de las importaciones agrícolas. En prendas de vestir la situación es similar: Japón importó en 2011 USD$52 mil millones, de los cuales China participó en el 75%, Italia en el 6% y Vietnam en el 4%.

Adicionalmente, a las dificultades manifiestas para la exportación de productos no minero-energéticos, se encuentra que Japón protege férreamente la agricultura y algunos sectores estratégicos, lo que impide crear grandes ilusiones en dichos productos.

Protección Japonesa

Desde el comienzo de las negociaciones, se supo que Japón defendería su agricultura. Hacia noviembre de 2011, se conoció extraoficialmente que Japón planteó excluir algunos sectores del agro[4], dadas las sensibilidades que este renglón tiene en ese país, demostrando sus intenciones. Los cuellos de botella son bien conocidos en este tipo de negociaciones donde una parte impone y la otra acata. Lo mismo sucedió en sectores industriales como el automotriz, donde Japón exigió que se eliminen los aranceles del 35% que Colombia tiene a las importaciones de automóviles[5]. Todo parece indicar que Japón mantendrá la protección en los sectores sensibles y exigirá libre comercio en los sectores que mayor interés le generan.

El sector agrícola nipón, está altamente protegido y aporta marginalmente al PIB y al empleo, ya que aproximadamente sólo el 15% de la superficie de Japón es apta para el cultivo. El arancel promedio general de Nación Más Favorecida (NMF) de Japón (5.3%) es inferior al de Colombia, sin embargo el promedio de aranceles aplicados a la agricultura (23.3%) son superiores a los aplicados por Colombia. De igual manera, se destaca el uso de aranceles específicos para el 12,1% de las líneas arancelarias del ámbito agrícola, así como para el 2% de las líneas del ámbito industrial.

En el ámbito agrícola, los productos con mayor protección son los lácteos (arancel de 178.5%), los cereales y el azúcar (68.3%) y la confitería (28.4%), siendo los sectores con mayor promedio arancelario y a su vez los que tienen la menor proporción de líneas libres de arancel. Por su parte, en el ámbito industrial los sectores con mayor protección son: cuero y calzado (12%), confecciones y textiles (9.1%), de igual manera la pesca y sus productos (5.5%) que aunque no cuentan con elevados aranceles promedio, presentan una proporción muy baja de líneas libres de arancel.

Como si fuera poco, Japón cuenta con diversos instrumentos de protección no arancelaria. Sobresalen las medidas medioambientales, estándares y reglamentos técnicos y diferentes procedimientos de evaluación de la conformidad fitosanitaria y de procesos técnicos. Estas medidas afectan especialmente la importación de automóviles, productos farmacéuticos, equipos médicos, alimentos procesados, equipos de transporte, y servicios financieros y de seguros. En lo que respecta a medidas sanitarias y fitosanitarias, se registran las siguientes: productos cárnicos, carne de res y las proteínas animales transformadas, frutas y hortalizas frescas, así como otras medidas con aditivos alimentarios. “En el Portal Integrado de Información Comercial de la OMC, Japón registra 34 obstáculos técnicos al comercio vigentes y 609 medidas iniciadas (comprenden reglamentos, normas, procedimientos de prueba y certificación, que puedan obstaculizar el comercio)”[K1] .

Inversión

Finalmente, es importante analizar el aspecto central del acuerdo comercial que ya está andando: las inversiones. El acuerdo TPI con Japón fue aprobado soterradamente hace pocos meses en el Congreso de la República, sin mayor discusión y con una rapidez asombrosa.

En la última década Japón ha orientado a América Latina un promedio de alrededor de 11% de su inversión total. Colombia no ha sido uno de los destinos importantes de la inversión japonesa en América Latina: de la IED japonesa destinada a la región en los últimos años, Colombia sólo ha recibido el 1%. Entre tanto, los líderes en la región han sido Brasil con 43% de la inversión japonesa en América Latina, Panamá con 27% y México con 18%.

Muchos sectores se han mencionado por los inversionistas interesados en Colombia. Lo cierto, es que no siempre estas inversiones se convierten en efectivas. Sin embargo, es pertinente tener en cuenta en los sectores que invierte Japón con mayor intensidad: si se analiza el Stock invertido en el 2010, Japón invirtió principalmente en sector de intermediación financiera (el 60% de la inversión japonesa en América Latina está en este sector), explotación de minas y canteras y en menos medida vehículos, fabricación de maquinaria y electrodomésticos.

Otro sector que interesa a los inversionistas nipones es el de biocombustibles, el cual ya ha desarrollado en Brasil proyectos conjuntos para el desarrollo de este sector. De igual forma, Japón ha demostrado interés especial en el proyecto de modernización de las refinerías de Cartagena y Barrancabermeja, ya que cuenta con experiencia en el sector de petroquímicos. Así mismo, los inversionistas nipones han manifestado públicamente su intensión en adelantar proyectos relacionados con explotación del carbón.

No obstante, este acuerdo no es recíproco porque Japón tiene uno de los índices de restricción a la inversión más alto, el cual se ubica por encima del promedio de los países OECD y no OECD. Los sectores de Japón que presentan mayores limitaciones a la IED son: i) Sector Primario ii) Comunicaciones iii) Radio, Televisión y otros medios iv) Transporte y v) Manufacturas. Los aspectos que más pesan en esta calificación para el caso japonés son: las restricciones de personal extranjero y los requisitos de selección. Esto va a generar serias limitaciones a los pocos inversionistas colombianos que tengan la intensión de invertir en Japón.

Lo firmado hasta el momento con Japón, es un acuerdo de inversiones o TPI, el cual consiste en aceptar “Los estándares internacionales de protección, lo cuales resultan similares a aquellos negociados en los capítulos de inversión de los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos, Canadá y Chile”[6]. Dichos acuerdos ofrecen estándares jurídicos internacionales que permiten a los inversionistas garantizar que sus negocios sean rentables con un bajo nivel de condicionamientos. Las obligaciones a las que se compromete Colombia con Japón junto con la posibilidad de acudir a un tribunal internacional de arbitraje en caso de una controversia, contribuyen a facilitar dicha dichas condiciones de inversión.

Los aspectos centrales del acuerdo firmado son: no discriminación: trato nacional o el de nación más favorecida (NMF), prohibición de requisitos de operación, libertad para las remesas financieras (Ello incluye repatriación de utilidades, pagos de capital e interés, beneficios derivados de la liquidación o venta de la inversión, gastos de administración y licencias y pagos de importaciones), Protección frente a la expropiación directa o indirecta, Solución de controversias.
Es decir, el acuerdo de inversiones (el corazón de los TLC), ha sido firmado antes que el acuerdo integral. Esto supone que la verdadera intención del Gobierno Nacional como de los inversionistas japoneses es este aspecto y no el comercial. Como es evidente, el TPI solo beneficia a quien invierte, ya que este impone ciertas condiciones al país de destino.

Conclusión

Las declaraciones del presidente Juan Manuel Santos y del ex Ministro Santiago Rojas, demuestran la carencia de argumentos a la hora de justificar el TLC con Japón: “Somos economías que se complementan enormemente. Japón tiene mucho de lo que nuestros países necesitan, y nosotros tenemos mucho de lo que Japón necesita. Por eso ahí vemos también un enorme potencial”, afirma Santos con vaguedad. “La aprobación de este Acuerdo es una noticia positiva porque va a fomentar la inversión de Japón en Colombia. Ellos vendrán a establecer empresas aquí, a traer empleo, a traer tecnología y también a permitirles a los colombianos aprender del sistema económico y productivo japonés. Este acuerdo va a fomentar esas inversiones, y lo más importante, va a fomentar empleo en el país”, dijo el Ministro de Comercio, Industria y Turismo, Santiago Rojas Arroyo, repitiendo los mismos argumentos escuchados en cada una de las negociaciones de los TLC ya ratificados.

Los argumentos utilizados y las condiciones de negociación son repetitivos en esta clase de acuerdos comerciales. Lo propio se espera de sus resultados, ya que estos acuerdos son firmados no para contrarrestar la preocupante situación comercial de Colombia, sino profundizar el modelo económico que la generó.

En específico, el TLC con Japón es tan explosivo como el de Corea del Sur, por la similitud de las estructuras económicas de ambos países, que se caracterizan por tener una productividad 8 veces mayor a la colombiana pero con salarios relativamente bajos, lo que significaría un desplazamiento acelerado de sectores industriales que entran a competir con los productos asiáticos. La diferencia entre el TLC de Colombia y Corea y el de Japón es por lo menos, la diferencia que existe entre estos dos países asiáticos: 1) en el ámbito macroeconómico, el volumen del PIB de Japón es muy superior al de Corea del Sur. En términos nominales, la producción de bienes y servicios del imperio nipón alcanza casi los 6 billones de dólares mientras que la República de Corea arroja un saldo de 1,2 billones. Si se analiza por el PIB por paridad del poder adquisitivo, Corea del Sur supera los 1,6 billones de dólares, mientras Japón, se queda en los 4,7 billones. 2) Población: la población de Japón es de 127 millones de habitantes, más del doble de la de Corea del Sur, 49 millones. 3) Riqueza individual: la renta per cápita y el salario medio son más elevados en el caso de Japón. 4) Exportaciones: la cifra de exportaciones es, por razones obvias, mayor en el caso japonés, que se ha mantenido entre los primeros 5 exportadores del mundo hace más de 3 décadas.

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[1] LONDOÑO y RECIO (2013), ANÁLISIS DEL IMPACTO DE UN EVENTUAL TRATADO DE LIBRE COMERCIO ENTRE COLOMBIA Y JAPÓN. [Recurso electrónico].Disponible en: http://bibliotecadigital.icesi.edu.co/biblioteca_digital/bitstream/10906/76356/1/analisis_impacto_tratado.pdf
[2] Nota: Índice Herfindahl-Hirschman. Sobre una base de 10.000, los rangos de clasificación el nivel de concentración puede ser: IHH menor a 1.000: concentración baja, IHH entre 1.000 y 1.800: concentración media, IHH mayor a 1.800: concentración alta.
[3] Relaciones Económicas entre Colombia y Japón : Situación Actual y Alternativas para su Fortalecimiento -Informe Final – Fedesarrollo
[4] Agro saldría de tratado comercial con Japón. [Recurso electrónico]. Disponible en: http://www.portafolio.co/negocios/agro-saldria-tratado-comercial-japon
[5]Colombia y Japón arrancan quinta ronda del TLC. [Recurso electrónico]. Disponible en:  http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-13978115
[6] Colombia firma acuerdo de inversiones con Japón en primer paso hacia TLC. [Recurso electrónico]. Disponible en:  http://www.elpais.com.co/elpais/internacional/listo-acuerdo-promocion-y-proteccion-entre-colombia-y-japon
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 [K1]Cita.

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