UNA PAUSA PARA REPENSARNOS

|Por Sacha Tafur (1)|

“La ley nace de conflictos reales: masacres, conquistas, victorias que tienen sus fechas y sus horroríficos héroes; la ley nace de las ciudades incendiadas, de las tierras devastadas; la ley nace con los inocentes que agonizan al amanecer”(2)  

Dedico el presente artículo de opinión a quienes cursan sus carreras en las facultades de derecho y programas relacionados con las ciencias sociales. Aprovecharé esta oportunidad para dejar por escrito las palabras que tantas veces he dicho en los salones de clase, nuestro querido ámbito académico.

Hoy propongo hacer una pausa, quitarle unos minutos al estrés cotidiano de la postmodernidad globalizada y revindicar la necesidad de repensarnos como seres humanos, como especie.

Normalmente inicio el curso de Introducción al Derecho recurriendo a la máxima romana “Donde está el hombre está la sociedad, donde está la sociedad está el derecho, por tanto, donde está el hombre está el derecho”, lo cual plantea desde su sencillez, una compleja regla de tres, que deberíamos tener siempre presente.

Si yo existo y tú existes, nosotros coexistimos. Esta afirmación supone igualmente la existencia de reglas, normas y leyes, para regular la convivencia –la coexistencia, reconociendo así las  leyes de la imputación y el poder coercitivo.

La norma no se debe quedar en el interés de quien gobierna, sino, y especialmente, en el de los ciudadanos.

En la sociedad de consumo, los medios de comunicación, los grupos de poder, los bancos y el propio Estado, dejan miles de víctimas en un sistema de dominación que flagrantemente vulnera los derechos, como un insaciable monstruo que se alimenta de poder, dinero y seres humanos.

Es importante la pausa en estos tiempos que reclaman cuestionarnos sobre nosotros mismos, para encontrar algo que le de sentido a la existencia - coexistencia; algo que vaya mucho más allá, que sea el motor de nuestras vidas, algo que nos haga seres consecuentes, conscientes de la existencia de muchas realidades y del papel que debemos cumplir.

Se supone que debemos buscar el bien común, reafirmando el ya celebre contrato social. Pero en pocas excepciones el sistema es confrontado,  casi nadie lo contradice por temor a la fuerza o la violencia que trae consigo el poder. Alienándonos. Sin embargo todos deberíamos indignarnos cuando encontramos algo deshumanizante o contrario a ese bien común.

Vemos cómo actualmente pueblos enteros se ponen en pie de lucha, con los puños en alto, resistiendo desde las barricadas académicas e intelectuales contra los abusos. No puede olvidarse que al hablar del Hombre planteamos una igualdad desde la diferencia y, justamente el derecho debería ser el garante. La obediencia social no debe estar conseguida por sometimiento, bajo poderes injustos instituidos en el statu quo; por el contrario, el carácter instituyente plantea un espíritu progresista que reaviva la democracia y la participación, reconociendo los derechos humanos y fundamentales, como un aporte de la libertad moderna.

Tal como he reiterado, la pugna permanente entre lo instituido, lo institucional y lo instituyente, se hace visible en muchas violaciones de derechos humanos. En este sentido, los ecos iusnaturalistas avivan el fuego que alimenta el garantismo constitucional, lo que permite señalar  que <>.

Señaló el Presidente de la Corte Suprema  de Justicia (3) , que: “sin derecho no hay civilización, sin civilización no hay vida y sin vida, no queda ningún vestigio humano”. Si en esta pausa crítica relacionamos la máxima romana con la anterior cita, encontraremos cómo la existencia humana ha sido eje central de toda institución, y de manera especial el Estado que surge de la sociedad.

Hoy entendemos el derecho como un concepto relativo, ambiguo, sujeto a la historia, a los cambios y a las necesidades de grupos, creando de esta forma un supuesto orden jurídico que da vida a la democracia. Recordemos que el fin no es la justicia, sino la convivencia pacifica. El fin es el hombre.

Si el hombre es un fin en sí mismo y las normas no siempre son justas (sujetas a motivaciones  de grupos poderosos que pugnan por gobernar y someter a los demás para conseguir intereses económicos, políticos o de otra naturaleza), se debe despertar, ver la diferencia entre ley y justicia, llegando, incluso, a cuestionamientos más profundos como corresponde en los debates democráticos.
 
Que la pausa propuesta sirva para respirar, retomar y afianzar las posiciones  críticas necesarias, y actuar coherentemente en la lucha transformadora por una conciencia responsable.

El proceso instituyente propuesto persigue la idea de independizarse de las enquistadas posturas colonialistas, fomentando desde la periferia un derecho progresista, de avanzada, justificado en la defensa del Hombre, desde abajo, y del propio Estado, en una nueva dimensión. Es el mismo pueblo el que desde la evaluación de necesidades, y como respuesta a ellas, fortalece la soberanía, propendiendo por una axiología humanista, en estas nuevas realidades en las que discurre nuestra existencia.

Referencias:


(1) Abogado de la Universidad de San Buenaventura. Master en Derecho Penal y Problemas Sociales de la Universidad de Barcelona. Master en Criminología y Ejecución Penal de la Universidad Autónoma de Barcelona. Investigador Grupo Solidarios (Categoría D en Colciencias) Coordinador semillero de investigación “relativa ratio” Docente  universitario de pregrado y postgrado. Jefe de Área de Ciencias Económicas y filosóficas, Facultad de Derecho Universidad Cooperativa de Colombia, Cali. Mail:stafur@hotmail.com.

(2) Julio González Zapata en ¿Puede ingresar Foucault a una Facultad de Derecho? (Pág. 13). Haciendo referencia FOUCAULT, Michel. Genealogía del racismo. De la guerra de las razas al racismo de Estado. Trad. Alfredo Tzveibely. Las ediciones de la Piqueta. Madrid, 1992. pág. 277

(3) ZAPATA Ortiz Javier.2012. Humanidad y derechos humanos: Una cuestión de vida. La Bagatela. Revista de derechos humanos. 2Nro.2 sep-nov de 2012. Pág. 41.

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