Idearios de Universitarios, reforma de la Ley 30 y neoliberalismo académico

|Por: Humberto Vélez Ramírez|

I. EL PROBLEMA

Empecemos este Ensayo con una hipótesis amplia formulada así: con la aplicación del neoliberalismo al universo educativo lo primero que se logra es la expulsión hacia afuera de las actuales Universidades lo mucho o lo poco que en ellas queda de pensamiento y de ciencia y de arte y de cultura por considerárselo instrumentalmente inútil, dizque o “por su baja eficacia práctica o por su casi nulo impacto sobre el mercado de las profesiones”, es lo que, más que afirmar, piensa la nueva ideología tecnocrática educativa.

Captar y comprender esta afirmación en todos sus alcances es muy importante, pues es la única forma de salirle al paso a una grosera trampa gubernamental: La de hacer creer a los universitarios y, de rebote, propagar el imaginario colectivo según el cual al actual proyecto de reforma de la ley 30 se lo ha despojado de su inspiración neoliberal, pues se le “habría retirado” el burdo artículo asociado a la inversión capitalista en educación. Pero, ocurre que el neoliberalismo, como ideología política del Estado, no sólo tiene que ver con invertir de modo privado para ganar de modo privado sin mayores regulaciones estatales, sino, también, con una concepción sobre el cómo educar y con qué contenidos y fines. Ha sido por esta vía por donde, a punta de subsidios financieros diferenciados a las Universidades, en los últimos años ha venido haciendo estragos, casi sin darnos cuenta, el neoliberalismo académico como Política universitaria muy ligada al proyecto del Estado comunitario.

Mientras millares y millares de jóvenes desahuciados y sembrados en la desesperanza del desempleo crónico, como si fuesen un nuevo y esperanzador sujeto de las transformaciones sociales, se movilizaban en todo en mundo contra la hegemonía cósmica del capital financiero y la financiarización de la economía y de la vida social, en Colombia el gobierno de Santos presentó un proyecto de ley de educación que promovía, de modo abierto y nada apenado, la propuesta de “universidades con ánimo de lucro”. Contrastante es el ejemplo con lo que en la actualidad está acaeciendo en el mundo: hoy 15 de octubre del 2011, por ejemplo, ciudadanos de 951 ciudades de 82 países del mundo han conseguido unir sus voces y salir a la calle bajo un solo grito, “Unid@s por un cambio global”. En Colombia, por su parte, se han presentado, a escala nacional, las primeras reacciones fuertes, estudiantiles y extra-estudiantiles, contra tan enorme cinismo financierista, el de la inversión capitalista en educación.

Pasadas unas semanas, el gobierno pensó que desmovilizaría al estudiantado retirando del proyecto originario un artículo tan burdo y tan inhábilmente disfrazado de acuerdo con las lógicas ideológicas de la dominación, que disfrazan con bondades inexistentes todo lo que necesitan imponer. Pero, desde que el gobierno radicó en el Congreso el nuevo proyecto de reforma de la educación, al unísono las Universidades públicas y ya algunas privadas, se han re-levantado con un ímpetu y un nuevo sentido de orientación y de organización, que se les desconocía desde el bienio 1989-1991 cuando los estudiantes, como factor real de poder, fueron una fuerza protagónica en la gestación de las condiciones que obligaron al gobierno de turno a convocar a una Asamblea Nacional Constituyente. (1) Por estas semanas, entre el 5 y el 15 de octubre, inéditas, innovadas e innovadoras han sido las marchas de 50.000 estudiantes, de más de 30 Universidades Públicas y privadas, que han empezado a asumir la política con seriedad tanto en su dimensión objetiva - más análisis, mejores ideas y nuevas formas de organización-, como simbólica- variadas acciones con impacto positivo en la intimidad de la ciudadanía-. En algunas Universidades, por ejemplo en la del Tolima, han apelado a la figura de una Constituyente Universitaria: jurídicamente soportada en la autonomía universitaria e inscrita en la idea de “La Universidad que Queremos”, buscaría establecer en la Universidad pública una nueva forma de gobierno, que le regrese el poder a las mayorías mediante el diálogo y el debate argumentado(2). En las últimas movilizaciones, los disturbios- algarabías han sido pocos, en Cali hubo un estudiante muerto, aunque de modo todavía confuso, y los “infiltrados” han perdido liderazgo. Como analizó Ramiro Bejarano,

“Tuve oportunidad de oír una entrevista de Yamid Amat a Jairo Rivera, uno de los líderes de las marchas, quien se defendió sagazmente de las trampitas que el periodista le tendió para que quedara en la retina de los televidentes que los caminantes eran unos vándalos. No sucumbió el entrevistado al hábil interrogatorio de Yamid, pues siempre dejó claro que los disturbios se presentaron después de las manifestaciones, por personas ajenas a las organizaciones estudiantiles. Yo lo creo, como seguramente muchos colombianos, porque nuestros estudiantes no son facinerosos, ni asaltantes, son apenas soñadores con las esperanzas intactas”. (3)

Llama la atención el que en el establecimiento, un tradicional y neo conservador periódico de pensamiento orgánico, El Nuevo Siglo, sea el que haya hecho, desde el establecimiento, el examen más abierto sobre lo que está ocurriendo en Colombia con el nuevo movimiento estudiantil. Así resumió las tres miradas que le hizo,

“Como se ve hay varias formas de analizar las tres ópticas bajo las cuales se puede evaluar lo que pasó esta semana en Colombia con la protesta estudiantil, que se mantiene en más de 32 claustros de educación superior. Limitarla al solo escenario de los disturbios, es, a todas luces, insuficiente y superficial. Basarse en el pulso entre el estudiantado y el gobierno por la reforma educativa, permite un escenario de comprensión más amplio y objetivo. Sin embargo, ahondar en qué tanto esta clase de manifestaciones expresa una tendencia creciente en cuanto al clima social, sin duda permite una visión más completa y profunda”. (4)

En nuestro concepto, más que con las movilizaciones cósmicas de los indignados, que constituye un movimiento extrauniversitario de jóvenes profesionales, estas marchas estudiantiles en Colombia se encuentran asociadas de modo espontáneo, en lo histórico, con Córdoba (1918) y con Cuba (1925), así como con un movimiento estudiantil, - que, ligado en unos casos, pero en otros, reivindicado por el movimiento social anti-sistémico- ha venido tomando forma en América Latina en los últimos años. A guisa de ilustración, recordemos, de modo breve, el caso cubano. (5) Cuatro años después de Córdoba 1918- cuando el Estado buscó ajustar el ideal de la reforma universitaria a las lógicas del modelo burgués en construcción- el cubano Julio Mella, asesinado cuatro años después ya en el exilio- lideró la creación de la Universidad popular José Martí, dirigida por trabajadores, con el objetivo de combatir:

“una de las tiranías de la actual sociedad: el monopolio de la cultura”. A los 20 años, Mella asumió el cargo de rector interino. La apuesta universitaria se enhebró alrededor de tres principios: LA AUTONOMÍA (para separar a la Universidad de los tiranos); LA REPRESENTACIÓN (el gobierno compartido); y LA DEPURACIÓN del Claustro. Y los objetivos que se le asignaron, son dignos de ser recuperados en nuestro actual contexto de historia: 1. No ser una fábrica de títulos; 2. No ser una Escuela de Comercio “a donde se va a buscar tan solo un medio de ganar la vida”; 3. Influir de modo directo en la vida social; y. 4. Socializar el conocimiento. (6)

Pero, volvamos al caso colombiano. Aunque el gobierno señaló que no retiraría del Congreso el proyecto radicado, sin embargo, o por un convencimiento básico o por efectos de la actual experiencia chilena en la que el movimiento estudiantil, al empezar a articular a un históricamente decaído movimiento social, ha colocado en serios aprietos en materia de educación gratuita y de calidad a un gobierno de derecha, (7) por medio de la Ministra de Educación ha invitado a estudiantes y profesores a participar en las Mesas de Concertación que se instalarán en el Congreso a propósito del debate sobre la nueva ley de Educación Superior. Y el Vicepresidente Angelino Garzón ha ido un poco más allá al proponer que la Ministra del Ramo se siente a la Mesa con los líderes de las marchas, la academia y los rectores a hacer un ejercicio de concertación. Pero, un importante sector de líderes estudiantiles ha manifestado que los estudiantes aspiran a un nuevo proyecto concertado y no simplemente a asistir a unos debates institucionales en el Congreso en donde muy poco o nada se podría lograr, aplastados por la asimetría de las relaciones de poder. No se trataría, entonces, de adicionar un punto u otro o de modificar uno u otro artículo, sino, ante todo y sobre todo, de diseñar un proyecto de educación superior alternativo y concertado, pero inspirado en otros presupuestos, análisis e ideas estratégicas de acción. (8)

Es este el contexto de hipótesis y de historia en el queremos inscribir estas reflexiones sobre los idearios universitarios, la reforma de la ley 30 y el neoliberalismo curricular en la Colombia del segundo semestre del 2011. Las preguntas ejes que le servirán de contexto a este Ensayo son tres muy importantes: en este momento histórico del segundo semestre del 2011, en una Colombia que en democracia busca construirse como democracia,

1. ¿En qué tipo de Universidad debemos soñar?
2. ¿Será el neoliberalismo académico, el económico y el ideológico-cultural, una directriz adecuada para la construcción de esa Universidad soñada?
3. ¿Habrá perdido el proyecto de ley de educación superior del gobierno su sabor, su color, su olor, su voz y su piel neoliberales por el solo hecho de haberle desprendido la cláusula que autorizaba y aconsejaba para la Universidad pública la inversión capitalista, aquí y en Cafarnaúm orientada a obtener las máximas tasas de ganancia?


2. LOS IDEARIOS UNIVERSITARIOS

En nuestro concepto, en la actual coyuntura de principios del siglo XXI, la Universidad pública colombiana se encuentra en un punto crítico de su evolución histórica: o recupera su cada vez más perdido “ser académico” para reorientar bajo esta mirada su necesaria reforma estructural y funcional o, al reconocer que en la última década ha venido avanzando hacia un “MacroTecnológico”, reordena hacia ese fin todos sus esfuerzos. Pero, no puede seguir con el enredo esquizofrénico de una apuesta en substancia y en la práctica tecnológica, pero en los discursos teóricos disfrazada con el discurso errabundo de “una una empresa del pensamiento, del conocimiento y de la cultura”. Una definición similar, pero distinta, es la que está atrasada en hacer la veintena de buenas Universidades Privadas que existen en el país. En estas Universidades, lo privado impide sustraerse de las “ganancias”, pero éstas deberían ser una función de la academia y no de los bolsillos privados. A este respecto, los universitarios en general, y las universidades privadas en particular, deberían retomar las muy ricas reflexiones y oportunos análisis, que ha venido haciendo, desde las lógicas de una Universidad privada merecedora del nombre de “Universidad”, el Rector del Icesi de Cali, Francisco Piedrahita. En particular, recomendamos estos dos Ensayos, “¿Gran inversión de las Universidades con ánimo de lucro? Una Ilusión” y “Limones y Parásitos: Lo que dice la teoría económica sobre las Universidades con ánimo de lucro”. (9)

Pero, en nuestra lógica, cualquier sueño de Universidad es inseparable del sueño de sociedad, pero no porque a la Universidad le corresponda transformarla, sino porque en todo proceso de cambio o de revolución social, por las vías de la democracia radical, la Universidad debe estar presente como pensamiento estratégico. Hace unos quince años así pensábamos en “El Colegio de Profesores de la Universidad del Valle”,

“Cualquier ‘sueño’ de Universidad, es y será una dimensión de primer orden en el proyecto de nación que se posea. Es por eso por lo que la Universidad imaginada no es otras cosa que la Universidad soñada, asumida en términos de pensamiento, conocimiento y cultura”. (10)

En la vida social hay de sueños a sueños. Pero, para un sector de los intelectuales existe un sueño, que, aunque no sea significado por los Mass Media y aunque posea la humildad propia de todo lo que es humanamente bonito e importante, hace parte inseparable de la vida de los universitarios: la Universidad soñada. Hace quince años, también nos preguntábamos, pero, ¿en dónde queda la Universidad? ¿En dónde comienza? ¿En dónde termina? ¿Cuáles son sus límites? Importantes preguntas estas, que tienen que ver con los espacios de la academia. Y nos respondíamos que, más allá del criterio geográfico de un sitio concreto donde se levanta una fila adusta de edificios, que si se remontaban los reglamentos y rituales y se trascendían los símbolos con los que nos las representábamos, la “ubicuidad” parecía constituir un rasgo distintivo de la Universidad, del “ser académico”. (11) Con una respuesta así pretendíamos dar a entender dos asuntos centrales, primero, que los universitarios llevábamos la Universidad y su marca donde fuese que estuviésemos, y, segundo que, por esa misma razón, la Universidad, a través de sus universitarios, a toda hora aportaba “cosas” muy positivas a la vida social sin que ningún notario las registrase en las cuentas sociales. Era por eso por lo que, para las miradas superficiales, la Universidad casi no existía o era muy difícil probar su diaria y permanente existencia social.

Entonces, como un universitario arrastra la Universidad donde quiera que va y donde quiera que llega pone su sello, es por eso por lo que

“para un académico la Universidad está constituida por las noches lo mismo que por los días, por los sábados a la par que por los feriados, por las horas de clase como por las de investigación, por los conversatorios de tertulia en el bar de la esquina como por los ires y venires por todos los rincones del país. (10) Como muy bellamente lo ha dicho Antanas Mockus, “quizás la vivencia de la pertenencia y la apropiación activa de ella son los síntomas inequívocos del ser universitario”. (12)

Digamos que con la Universidad, guardadas las proporciones, parece suceder algo similar a lo que le acaece a Dios con la ciencia. Esta no es teista ni antiteista, no puede probar su existencia ni su inexistencia por la sencilla razón de que Dios no hace parte de su objeto de estudio. A partir de la ley de la gravedad, los físicos, sin acudir a un Ser superior, pueden explicar el mundo físico, pero, como su objeto de estudio no es Dios, nada pueden decir ni a favor ni en contra del origen de un “nanométrico factor de realidad”, al que todavía, como científicos, no han alcanzado a acceder.

Sobre la existencia social de la Universidad, por su parte, como la ciencia casi no la tiene por objeto de estudio, es más lo que no se ha sabido que lo que se ha logrado saber. Ha sido por esta vía, por donde ha tomado forma una forma particular de percepción, que postula que ser académico es estar alejado de la realidad. O, por lo menos, por fuera de ella. Pero, los universitarios quizá somos los únicos que sabemos que ser académicos no es estar alejado de la realidad sino que, más bien, implica una forma particular de percibirla así como de acercarse a su conocimiento, que implica, primero, ir más allá de las apariencias para preguntarse por lo que a ellas subyace y, segundo, trascender el pragmatismo empirista. Por lo tanto, la forma específica de conocimiento de la realidad que define al académico, es la ligada al conocimiento y pensamiento críticos. Esta especificidad no la entienden los no académicos, además de que no tienen por qué entenderla. Ha sido por esto por lo que algunos académicos, buscando aliviar la incomprensión y superar su desgarramiento interior, han salido a la vida política desprendiéndose, con dolor, de su condición de académicos. (13) Pero, nada justifica tal renuncia, pues, tal como veremos, el universitario como tal, es decir, como persona militante de una apuesta ligada a las dimensiones de pensamiento, de conocimiento y de cultura de un proyecto de nación, puede llegar al disco duro de la vida social en la medida en que logre traducir su quehacer académico en pensamiento estratégico, que es pensamiento para la acción.

Entonces, afirmamos lo anterior porque ése, el de producir pensamiento estratégico para la acción, es el mejor camino para que, sin malas conciencias ni escrúpulos de contaminación con los poderes estatuidos, la Universidad soñada, sin violentarse, se pueda colocar al servicio de un sueño de nación en lo que realmente le corresponde y puede y debe dar, que es pensamiento y conocimiento críticos y cultura positiva a borbotones.

Esto no obstante, la Universidad soñada no puede desprenderse de las realidades actuales ni de las tendencias que se visualizan en ella. Es por esto por lo que, para alimentar, a la positiva, el actual debate argumentado es necesario partir de un mapeo sobre el estatuto académico y sobre las orientaciones directrices del conjunto de instituciones de educación superior existentes en Colombia, actividad ésta que, por economía de espacio, no podemos adelantar en este Ensayo. Pero, como sugerimos al principio, lo que ese mapeo puede evidenciar es que muchas de las Universidades tecnológicas y profesionalizantes posan como “Instituciones integralmente académicas, hasta con la investigación como actividad central reguladora”, mientras que muchas de las Universidades teóricamente académicas con celeridad se encuentran avanzando hacia su conversión en genuinos Tecnológicos.

Conviene recordar ahora que docencia, investigación, extensión y cultura son las cuatro dimensiones abstractas, cuando se las considera por separado, del “ser académico” y que son sus formas específicas de articulación las que definen los distintos Modelos de Universidad. Entonces, lo que diferencia a una Universidad de otra, o a una misma Universidad en sus diferentes estadios de desarrollo, es la forma particular de articulación de esas cuatro dimensiones. Entonces, para descifrar el Modelo en cada Institución Universitaria, habrá que preguntarse siempre por la actividad reguladora, así como por el papel que en el modelo cumple la Cultura social en general y la Cultura universitaria en particular.

Constituye ésta la mejor coyuntura intelectual de oportunidad intelectual para destacar que una nota definitoria de nuestro ideario de universidad es aquella que señala que es unidimensional, o, por lo menos, recortadamente académica, toda institución universitaria donde en cada uno de sus programas, la base de saberes instrumentales que subyacen a su curriculum y que los definen como profesión, no logra traducirse en un correlativo “Pensamiento Orgánico y Crítico Propio” en permanente reinvención. En nuestro ya citado Ensayo “La Universidad soñada o cuando la Docencia, la Investigación y la Cultura se hacen la misma Cosa”, señalamos al respecto,

“Dicen los argentinos que el papá de Borges afirmó una vez que hubo terminado su carrera de derecho: ‘de haber sabido que esto era la carrera de derecho habría hecho, más bien, algunos cursos de tute’. Pensaba, entonces, el padre del genial argentino, que el Derecho, tal como se enseñaba, no pasaba de ser un conjunto de reglas técnicas para manipular, en forma tramposa, los conflictos en las relaciones interpersonales o en las relaciones entre el Estado y sus asociados. A lo máximo, a esto quedaban reducidos los abogados: a la condición de simples tecnólogos de las normas, viudos tanto de pensamiento jurídico como de pensamiento orgánico y que ejercían su profesión apelando a un discurso y a unas prácticas normalmente traslapadas, que ocultaban el comportamiento efectivo de sus defendidos.

Cuando en Colombia se pasa la mirada por el universo de las profesiones con facilidad se observa que el drama de los profesionales consiste en no poseer una base mínima de pensamiento orgánico. Y no lo poseen ni de tipo general para poder precisar en dónde están… parados; pero, tampoco, la poseen de un carácter particular como para lograr definir, por ejemplo, cuál es la ubicación de su profesión en la dinámica social más allá de las narices del mercado o cuáles son los fundamentos gnoseológicos de los saberes y destrezas y competencias que los definen. Es por eso por lo que necesariamente se impone: Son economistas sin pensamiento económico, o arquitectos sin sentido estético y sin pensamiento arquitectónico o médicos sin pensamiento médico y así para todas y cada una de las profesiones. Es decir, profesionales intelectualmente castrados.” (14)

Creemos que es ahí donde radica el nudo gordiano o el secreto más íntimo de la tan trajinada formación integral. Es por esto por lo que la esencia más reveladora del modelo pedagógico de la Universidad pensada para el siglo XXI se encontrará estrechamente asociado al criterio” de FORMAR PARA APRENDER A APENSAR HACIENDO, ASÍ COMO PARA APRENDER A HACER PENSANDO. En el nivel de la investigación, es lo que hacen los investigadores: “proceden a pensar (teoría) observando (empiria) y a observar (empiria) pensando (teoría). (15)

Como se podrá observar no se trata de envolatar y disimular la tan cacareada “formación integral”, que ofrecen casi todas las Universidades, con cursos de “Cultura” general o con un curso aislado de Constitución y otro de Ética. No. Se trata de que todo profesional inicie, desde la Universidad, un proceso de apropiación sistemática de un pensamiento orgánico y crítico propio de su profesión y, por esto, construido y enhebrado, desde la filosofía, la cultura y la socio-antropología propia de su país, a partir del conjunto de saberes y destrezas y competencias que definen el Curriculum de cada uno de los programas ofrecidos.

Ya señalamos que para poder definir de qué tipo de Institución Educativa se trata (o Universidad de Investigación o Universidad o Tecnológico etc) y cuál es su nivel de evolución académica, para cada caso concreto se deben precisar tres asuntos centrales, primero, cuál es la forma específica de articulación de lo docente, lo investigativo, lo socialmente proyectivo y lo cultural; segundo, cuál de esas cuatro dimensiones es la que efectivamente cumple el rol articulador; y tercero, cuál es el papel que en el Modelo definido de Institución Universitaria cumplen la Cultura social en general y la Cultura universitaria, propia, específica y situada, en particular. En este caso, destacamos dos criterios: de un lado, decimos, que, como parte importante de su ideario, toda Institución Universitaria debe tener su nivel propio de investigación (tecnológica en todos los casos; teórica, analítica y estratégica en las Universidades de Investigación; y, por lo menos, analítica y estratégica en todas las Universidades); y del otro lado, señalamos que en todas las Instituciones Universitarias se debe formar profesionales “competentes”, 1. en el ejercicio de su profesión; 2.en su realización como seres humanos pensantes; y 3. en el cumplimento de su rol como ciudadanos políticos. De ahí la importancia de la formación de profesionales competentes dotados de pensamiento orgánico y crítico propio.

Detengámonos ahora un poco en el asunto de la investigación.

La Universidad soñada nos dice que la Investigación universitaria (tampoco la docencia y la proyección social) puede quedar atada a las exigencias del capital ni a las del mercado ni a las del sector productivo sino, más bien, a las lógicas y urgencias de los grandes problemas nacionales, de los que los tres fenómenos destacados (capital, mercado y sector productivo) constituirán, sin duda, un aspecto importante. Pues bien, veamos lo que nos dice al respecto el proyecto de reforma presentado por el gobierno de Santos,

“Todos los programas deben estar concebidos en términos de competencias, con fundamento en las ciencias, para que en lo técnico, tecnológico y profesional se responda a las necesidades del sector privado”.Arts. 58 y 59.

“La misión básica es promover el emprendimiento y la innovación en función de las necesidades del sector productivo”. Art. 11.

Se trata, entonces, de una lógica educativa reformista atada a una dimensión dada de los grandes problemas nacionales: el sector privado y el sector productivo. Aún más, a esa lógica subyace el neoliberalismo más crudo, que en su versión internacional institucional atada a la hegemonía mundial, piensa más o menos así,

A diferencia de los procesos reformistas de inicios del siglo XX (Córdoba 1918), las fuerzas hegemónicas mundiales ya no requieren para su proyecto histórico, una Universidad Pública capaz de producir conocimiento científico y tecnológico nuevo y su objetivo no es formar un contingente importante de cuadros con sólida formación científica, tecnológica e histórica crítica. Solo necesitan profesionales competentes, acríticos sobre su papel, abiertos sí al emprendimiento y a las innovaciones y que si sienten investigadores, lo sean para estudiar problemas técnicos y tecnológicos asociados a las necesidades del mercado y del sector privado. Por eso, conciben la educación como un “servicio comodificado”.

Al respecto, a manera de ilustración, podemos formular la hipótesis de que en Colombia en la última década la COMODIFICACIÓN ha reconfigurado la práctica sanitaria en salud (LEY 10099, así como la práctica académica en la Universidad (proyecto de reforma de le educación superior presentado por el gobierno). El concepto de “comodificación” ha sido credo por el brasileño Norman Fairclough (2001) entendiendo con él lo siguiente: “…el proceso por el cual el dominio y las instituciones sociales, cuyo propósito no es la producción de mercaderías, en el sentido económico restringido de artículos para la venta, son, no obstante, organizados en términos de producción, distribución y consumo de mercancías”. (17) Y como dice el ya citado Roberto Leher, actúan en el sentido de profundizar la mercantilización y la privatización y todo lo que estas arrastran como la expansión de una rama no universitaria de educación, la educación a distancia, las alianzas educativas público-privadas e, incluso, la absorción de núcleos universitarios con capacidad de investigación tecnológica. Ahora, cuando esas fuerzas hegemónicas mundiales miran a las Universidades sólo lo hacen asumiéndolas como parte, ya no tan importante, de la economía de mercado, como posible espacio para posibles negocios y por eso, antes de actuar, buscan modificar, a su favor, los equilibrios de poder en el interior de las Universidades. Entonces, si cuando, en nuestro caso colombiano, la Universidad no era un espacio de negocios para el sector privado, éste tenía una representación tan elevada en los Consejos Superiores, ¿cómo sería ahora de prosperar la iniciativa de “las Universidades de lucro”?

3. REFORMA DE LA LEY 30 Y EL NEOLIBERALISMO ACADÉMICO.

En su inspiración, ¿es neoliberal el proyecto de ley radicado por el gobierno en el Congreso Nacional? O mejor, ¿perdió ese carácter en el nuevo proyecto en el que ya no aparece el artículo que posibilita y alienta la inversión capitalista en el ámbito de la educación superior?

Digamos de entrada que a la palabreja ésta, neoliberalismo, tan traída a colación en los debates actuales, se le debe restar el carácter de recurso de moda para enfatizar su importancia conceptual en el mundo actual, pues nos permite pensar cómo en la actualidad la crisis capitalista ha tornado a aflorar porque hace dos años el tratamiento del problema lo dejaron en manos de Estados que inspiraban sus políticas públicas en esa ideología política, que pregona que es el mercado y no el Estado el más importante ordenador de la vida social. Como decir que el neoliberalismo había sido la fuente fundamental de la crisis y se llamó a los neoliberales para que la solucionaran. Por su parte, en Colombia esa crisis llegó y el neoliberalismo continuó campante como si nada grave hubiese sucedido en el planeta tierra. Es este el pequeño contexto que apunta a fijar las razones de esas dos preguntas.

Como necesaria inducción teórica, por lo menos para algunos, digamos, que el neoliberalismo es una ideología política que, al inspirar las políticas públicas del Estado, determina, primero, que casi todas las empresas de producción y de servicios sean privadas y no estales, y segundo, que el conjunto de los ciudadanos, por ejemplo, para satisfacer sus demandas de salud y educación, tengan que meterse las manos a bolsillos donde no hay dinero ( en Colombia el 75% de los colombianos son subalternos, entre pobres e indigentes sin propiedad) y abstenerse, a toda hora de exigir al Estado, por ejemplo, una educción gratuita de calidad. Señalemos también que esa ideología política llamada neoliberalismo encuentra su soporte teórico en una Teoría Económica llamada Neo-institucionalismo, que es un Enfoque de Economía política que postula, primero, que los sectores más importantes de una economía concreta y situada no son la producción y la distribución, sino, el mercado (cambio y consumo); segundo, que todo en la vida social debe ser asumido con instituciones eficientes, sobre todo, en lo que respecta a lo más importante, que es la producción de ganancias y utilidades; y tercero, que por tener comportamientos racionales, los únicos que se encuentran en condiciones de manejar instituciones eficientes productoras de ganancias son los sujetos individuales (la iniciativa privada).

Por estos días, el profesor Arcadio José Guzmán nos ha proporcionado una buena síntesis al respecto, y, sobre todo, de lo que puede ser el neoliberalismo aplicado a la educación, es decir, lo que nosotros llamamos el neoliberalismo académico al proyecto de reforma de la educación,

“…el neoliberalismo despliega su ideología política en la cual el mercado ‘gobierna’ y el Estado ‘administra’ lo que dicta el mercado…Ya en el campo de la educación, el neoliberalismo se fundamenta en la pragmática ideología del ‘capital humano’, según la cual los procesos formales e informales de educación y adquisición de conocimientos, son procesos de creación de ‘capital humano’ análogos a los de fabricación de maquinaria y mercancías que crean ‘capital físico’. Acorde con esta ideología, en los programas de ajuste estructural impuestos por el FMI Y el BM, le educación ni es derecho social ni es servicio público, simplemente es un factor de producción clave para lograr el ‘crecimiento económico”, en detrimento del desarrollo humano sostenible con democracia y justicia social; y también es un instrumento adecuado para ’reducir’ la pobreza, en vez de eliminar sus causas socio-económicas y políticas… En consecuencia, el BM gran proveedor de crédito externo al sector educativo y asesor institucional de las reformas neoliberales, orientadas a someter a la educación pública a las urgencias dl pago de la deuda ‘eterna’, impone el criterio de que el Estado y el sector privado deben compartir la responsabilidad de financiar e impartir la educación pública.”(18)

La educación y la salud son bienes colectivos, que pertenecen al ámbito no de lo público estatal sino, más bien, de lo público ciudadano constituyendo, por lo tanto, un derecho fundamental, ya sea que su servicio se preste por una entidad estatal o privada, correspondiéndole al Estado garantizarlo como derecho social.

Supongamos ahora que el proyecto del gobierno tiene buenos propósitos tales como refinar la calidad de la educación superior y crear 645.000 nuevos cupos prometiendo alcanzar para el 2014 el 50% de ellos. Magnífico y plausible, pero, primero, ¿de qué tipo de calidad se trata? Hemos visto que se buscará formar profesionales más informados en un campo específico del quehacer humano, como decir, más competentes. Bueno, pero del todo insuficiente. Por otra parte, como la calidad ofrecida no se encuentra ligada a un incremento real y notable del presupuesto de las Universidades públicas, con racionalidad se puede prever que todos los atajaos que se tomen, casi de modo necesario conducirán a un mayor deterioro de la calidad.

Por otra parte, la meta de los nuevos cupos ya no podrá alcanzar esa cifra, pues al retirar el artículo que le asignaba a las Universidades con ánimo de lucro el 10% de ellos se reducirán en 64.500. Entonces, ¿cómo financiar, para el 2014, 300.000 nuevos cupos cuando las Universidades públicas ya arrastran un déficit de 700.000 millones de pesos y nada, o casi nada, es lo que se prevé en el incremento real del presupuesto de las Universidades Públicas como porcentaje del PBI. Recordemos que para el año 2000 los gastos recurrentes de las Universidades sólo llegaron al 0.5% del PIB y que, desde entonces, han registrado una tendencia descendente hasta situarse en el 2011 en el 0.4 de PIB. Entonces, para financiar por esa vía ese volumen de cupos, tendríamos que esperar un crecimiento real espectacular del producto bruto interno.

Esto no obstante, por variadas razones el problema del financiamiento no parece preocuparle al Estado. Para el BID y el BM, el que el Estado ya no financie a la Educación Superior ya no constituye una preocupación focal, sólo les interesa que subsidie la demanda por el servicio prestado por el mercado y que las Universidades busquen fuentes de financiamiento alternas al subsidio estatal. Entonces, para la ideología neoliberal los derechos sociales, en este caso el derecho a la educación, no es otra cosa que un servicio vendido por el “mercado”, que, como tiene un costo, el Estado en algunos casos subsidia, y cuando no, el 70% de pobres e indigentes que hay en Colombia, tienen que compararlo metiéndose la mano a sus monetariamente vacíos bolsillos.

Entonces, “con una educación para el mercado, difícilmente se pueden desarrollar conocimientos científicos, valores y visión crítica del entorno. Mucho menos, estimular hábitos de integración, de convivencia grupal, de solidaridad y cooperación, así como de conservación ambiental”. (19)

Ya anticipamos cómo el gobierno pretendió hacer creer que sustrayendo un artículo- el que, de modo explícito, animaba la creación de Universidades de lucro- , por ese solo hecho, de modo mágico, iba a hacer desaparecer el casi “natural” rostro neoliberal de la propuesta presentada. Pero ya hemos evidenciado cómo por muchas entradas esa ideología política es parte casi intrínseca del proyecto gubernamental.

Veámoslo ahora más en detalle.

En la composición del órgano central de poder real y de autoridad institucional suprema de las Universidades públicas, el Consejo Superior, el sector privado productivo y sus agentes hacen presencia con 9 representantes directos e indirectos desquiciando así, a favor de intereses extraacadémicos, las relaciones internas de poder. Como lo ha destacado el profesor Luis Aurelio Ordoñez,

Esa situación “conduce a la singular paradoja de que las Universidades son autónomas en la letra pero heterónomas en la realidad…La arrolladora mayoría de los representantes del poder político y económico, no es solamente cuantitativa, pues está ligada a la inmoderada capacidad de presión y de manipulación de los gobiernos de turno…Las consultas a profesores y estudiantes se han convertido en una simulación…en una burla a la buena fe de los estamentos universitarios…La discusión de la reforma a la ley 30 debe orientarse a cambiar la composición de los consejos superiores, a favor de una representación adecuada de la comunidad universitaria, comprometida con una formación de excelencia académica, democrática, pluralista, solidaria, que valore el diálogo, la construcción de paz y la defensa de los derechos humanos…El escenario de la redefinición de la Universidad debe ser una CONSTITUYENTE UNIVERSITARIA…”. (20)

Pero, veamos otros caminos de ingreso del neoliberalismo al proyecto gubernamental. En primer lugar, mediante las alianzas público-privadas, permite la creación de Universidades de Economía Mixta al mismo tiempo que convierte el Fondo de Desarrollo para la Educación Superior en una sociedad anónima; por otra parte, nos lo ha recalcado el senador Jorge Enrique Robledo, el ya aprobado TLC autoriza, de un lado, la inversión con ganancias en la Educación Superior, y del otro, el que los norteamericanos puedan, desde los Estados Unidos, vender a nuestras Universidades “servicios virtuales educativos”. Es así, señala el senador Robledo, como con esa reforma no sólo se lesiona la autonomía sino que, además, se empeora la situación financiera de las Universidades, pues

“las cargas que se les imponen son muy superiores a los recursos que se les trasladan. Y esa propuesta lesiona la autonomía universitaria y atenta contra la participación democrática de los estamentos básicos…porque define qué y cómo se debe enseñar y mantiene en los órganos de dirección a perdonas ajenas a la Universidad”. (21)

4. ¿QUÉ HACER?

Compleja y difícil pero pletórica de virtualidades y posibilidades académico-políticas se muestra la actual coyuntura. Los estudiantes universitarios, innovando en sus métodos de construcción de las Asambleas y en los estilos substantivos de movilización y celosos por meterle argumentos y democracia, y no violencia y armas, a marchas bajo su control, se han lanzado a un paro indefinido. Y ahora, como nunca, han tenido eco positivo en distintos sectores de la opinión nacional. Como ya adelantamos, constituye ésta la expresión nacional de un movimiento socio-estudiantil en auge en América latina, y que, es una dimensión de las luchas mundiales contra-hegemónicas.

Recordemos que en América latina en general y en Colombia en particular, las ofensivas neoliberales de la última década, con sus políticas de desregulación, mercantilización y de recorte progresivo de los recursos del Estado han provocado derrotas objetivas en los derechos sociales naturalizando la privatización y el auge de empresas público-privadas en esferas otrora responsabilidad del Estado, procesos perversos que, en suma, han “comodificado” la salud y la educación convirtiéndolas en vulgares mercancías. Solo las luchas contra-hegemónicas de los movimientos sociales anti-sistémicos- es el caso ahora del movimiento social estudiantil latinoamericano, han logrado resistirlas y, en algunos casos, obtener victorias parciales en procura de una Universidad pública de calidad en la que, de modo digno, quepan todos los pueblos y todas las etnias y el conjunto de los sin propiedad.

Pero, en el caso nuestro, con Universidades con el semestre cancelado(es una posibilidad) o, por lo menos, con un alto porcentaje de profesores y estudiantes en sus casas, el movimiento podrá agotarse apenas en sus inicios. Por eso hay que mantenerlos en la Universidad ESTUDIANDO-REFLEXIONANDO Y LUCHANDO. Entonces, que desde la Dirección Nacional que se ha dado el movimiento, se prevean medidas persuasivas y eficaces que garanticen, que de cada tres horas de clase, una y media sea para continuar el desarrollo del semestre y otra hora y media para reflexionar ( foros y grupos de discusión y de debate) y para luchar (movilizaciones).

Notas para el Debate Universitario – Universidad del Valle. TOMADA DE: ATISBOS ANALITICOS NO. 133, SANTIAGO DE CALI, noviembre 2011.

Equipo responsable: Humberto Vélez Ramírez y Jorge E. Salomón, profesores del Programa de Estudios Políticos y Resolución de Conflictos, IEP-Universidad del Valle.

NOTAS:

1. Vélez Ramírez, Humberto. Seis Ensayos interdisciplinarios sobre la Constitución de 1991. Grupo de Constitución y Formación ciudadana, IEP, Universidad del Valle, 2011. (En prensa)
2. “LA CONSTITUYENTE UNIVERSITARIA: EL TIEMPOES AHORA, EL RETO, YA,”.
http://elsalmonurbano.blogspot.com/2011/09/la-constituyente-universitaria-el.html
3. Bejarano G. Ramiro. “De protestas estudiantiles y silencios oficiales”. En. Columnistas Libres. Octubre 16 de 2011.
4. “Los Indignados a la criolla”. Análisis en el Nuevo Siglo. En. Columnistas Libres, 16-10-2011.
5. Leher, Roberto. “Capitalismo dependiente y Educación: propuestas para la problemática universitaria”. En. CLACSO, Por una reforma radical de las Universidades latinoamericanas. Buenos Aires. 2010
6. Kohan, Néstor. “Ni calco ni copia: Ensayos sobre el marxismo argentino y latinoamericno”. La Habana. 2002.
7. Jackson, Giorgio. “Chile. El Movimiento estudiantil y los Cambios”. En. Le Monde Diplomatique. Edición chilena, 16-10-2011.
8. “El Conflicto por la reforma: No se ve luz al final del túnel”.U El Observatorio de la Universidad colombiana. www.universidad.edu.co , 10-17-2011.
9. Ver, www.ascun.org.co/?idcategoria=3247 ; www.fenalprou.org./.../321-igran-inversion-de-las-universidades...
10. “La Universidad que queremos para el siglo XXI”. Documento de Trabajo No 1. Colegio de Profesores de la Universidad del Valle. Mayo 1996
11. Vélez Ramírez, Humberto. “La Universidad soñada o cuando la Docencia, la Investigación y la Cultura se hacen la misma cosa”. Primer Finalista en el Concurso Nacional de Ensayo “La Proyección social de la Universidad para el Siglo XXI”, organizado por la Universidad Central de Bogotá con motivo del 30 aniversario de su fundación. En. Política y Gestión Universitaria. No 29. Marzo de 1997. Universidad del Valle.
12. Idem. Pg.7
13. Mockus, Antanas. “Mayo 10 de 2093”. En Número 1, julio-agosto-septiembre de 1993. Pg. 40
14. Velez R, Humberto. “La Universidad soñada…”. Art. Citado. Pgs. 7-8.
15. Idem. Pgs. 13-14.
16. Idem. Pgs. 13-14.
17. Fairclogh. “Discurso y Mudanca social”. (Brasilia: UnB).
18. Guzmán Nogales, Arcadio José. “Neoliberalismo y educación pública”. En FONVALLE Informa. Santiago de Cali. Boletín No 39. Junio 2011. Pgs. 11-13.
19. Arango Marin, Mario. “Educación para el Mercado”. En. Columnistas Libres. 10-15-2011.
20. Ordoñez, Luis Aurelio. “Autonomía, democracia y gobierno universitario”. En. FONVALLE Informa. Santiago de Cali. Boletín 29. Junio de 2011. Pgs. 14-16
21. Robledo, Jorge Enrique. “Privatización y Universidades con ánimo de lucro siguen el el proyecto de Santos”. En. Columnistas Libres. 10-18-2011.

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