La enfermedad infantil del espontaneísmo en el movimiento huelguístico


Este texto nace motivado por una reflexión acerca del qué hacer del movimiento estudiantil, primando la política sobre las dinámicas organizativas y de movilización. No es la intención describir y analizar la totalidad de los elementos en el desarrollo de la protesta social del sector educativo, sino hacer hincapié, como lo sugiere el título, en el elemento espontáneo que ha estado presente en el movimiento estudiantil.

Este texto nace motivado por una reflexión acerca del qué hacer del movimiento estudiantil, primando la política sobre las dinámicas organizativas y de movilización. No es la intención describir y analizar la totalidad de los elementos en el desarrollo de la protesta social del sector educativo, sino hacer hincapié, como lo sugiere el título, en el elemento espontáneo que ha estado presente en el movimiento estudiantil.

| Por: Jairo Andrés García Peña* |

«La distribución de los cuadros sobre la base de la amistad y del nepotismo constituye una práctica muy nociva. Esta práctica (…) vicia a los cuadros y perjudica gravemente el trabajo. En un ambiente de tan nociva familiaridad no existe crítica ni autocrítica, por consiguiente, no hay una lucha por mejorar el trabajo. Estos ambientes son terreno abonado para las adulaciones, la vanagloria y la sumisión” (…)[i]

“La crítica y la autocrítica son de una importancia capital para el desarrollo de la ciencia, de la literatura y de las artes, las cuales no pueden progresar sin discusiones fecundas, sin lucha de opiniones ni libertad de crítica.”[ii]

“La crítica es un derecho, la autocrítica es una obligación”. Carlos Alfonso Figueroa[iii] 

Un contexto necesario

El año 2018 estuvo marcado por agitadas jornadas de protesta en el marco de reivindicaciones sociales alrededor de la educación, en países tales como Argentina, Chile y Colombia; ello, en el ámbito de un ambiente político caracterizado por el reacomodo del bloque de las derechas más recalcitrantes en América Latina y algunas partes del globo, que agudizaron las contradicciones político-económicas al interior de dichas sociedades. Además, el centenario del Manifiesto de Córdoba revivió el debate académico en cuanto al rumbo de la educación y su relación con los problemas que más aquejan a los pueblos latinoamericanos.

Después de siete años de inmovilismo del movimiento estudiantil en Colombia, las y los estudiantes se reunieron a mitad del mes de marzo en la ciudad de Bogotá en el primer Encuentro Nacional de Estudiantes de la Educación Superior (ENEES). Allí el movimiento realizó un análisis del momento político, examinó varios temas como la autonomía y la democracia, la financiación, la calidad, el bienestar universitario, y la relación IES-sociedad. En este primer encuentro, las y los estudiantes sentaron algunos principios en los que se basaría la forma organizativa, se propusieron tres niveles de articulación (local, regional y nacional), así como unos escenarios concretos de articulación nacional (coordinadora, plataforma u organización gremial) que serviría como insumo para la discusión del segundo ENEES. Como conclusiones principales, se puede decir que este primer encuentro sirvió para construir unas banderas de lucha, con un componente fuerte en los temas de las mesas programáticas arriba mencionadas, unos principios y propuestas de escenarios y niveles organizativos, así como una agenda de movilización nacional. Se trazó tareas a largo plazo como las de la Reforma a la Ley 30 de 1992 y se empezó a vislumbrar un posible paro nacional universitario[iv].

En este orden de ideas, las y los estudiantes universitarios se vieron abocados a participar a mediados de septiembre en el segundo ENEES en la ciudad de Florencia, en el que se trabajó casi sobre la misma dinámica y con los insumos del ENEES anterior. Esto es, mesas programáticas (en esta ocasión se trabajó conjuntamente la mesa A, de financiación y bienestar; y la mesa B, de calidad y autonomía); además, se trabajó en la mesa de organización y de movilización. Como puntos a resaltar en las conclusiones de las plenarias de este encuentro, se puede decir que, a nivel programático, se logró avanzar en las banderas de lucha que hicieron hincapié en el tema de autonomía y democracia, así como en financiación y bienestar y que permitieron construir el Pliego Nacional de Exigencias presentado 27 de septiembre de 2018. En este, se justificó el grave problema de autonomía y democracia al interior de las universidades, así como las políticas, reformas y leyes que incidían negativamente en el quehacer universitario.

Lo que siguió a esto, fueron las grandes movilizaciones de principios de octubre en el que la opinión pública pudo visibilizar la grave crisis de financiación de la educación superior en Colombia y constató la fuerza que había alcanzado la movilización de la comunidad educativa. En este sentido, estudiantes y profesores lograron posicionar en la opinión pública, la crisis no solamente económica sino política y social por la que atravesaban las IES públicas. Así pues, la presión por medio de las movilizaciones y de los procesos asamblearios y de paros que se iban concretizando en cada IES, fueron catalizadores de un movimiento estudiantil nacional fuerte, en el que se iba tejiendo una hoja de ruta encaminada a la instauración de una mesa con el gobierno central. 

Así pues, se fueron desarrollando otros encuentros de estudiantes (vocerías nacionales y ENEES de emergencia)[v] en el que se ajustaron los elementos tácticos políticos del pliego; además, como está consignado en la relatoría, “la creación del Frente Amplio del Sector Educativo que construya con distintos actores del sector un nuevo sistema general de educación superior” fue de lo más importante, si se tiene en cuenta que este escenario estaba pensado para garantizar la interlocución con el gobierno nacional y para la discusión del Plan Nacional de Desarrollo (PND) dentro de un posible escenario de negociación.

Tras la instalación de una mesa de diálogo con el gobierno, otros sectores que se habían movilizado en menor medida como los profesores y otras organizaciones estudiantiles que contaban con el visto bueno del gobierno central, se adhirieron a la mesa de diálogo -ACREES, FENARES, ASPU, ASOPRUDEA, Mesa de profesores de la Universidad Nacional-. Allí, se tramitaron las exigencias que versaron en su gran mayoría en el tema de financiación, ya que no existía una unidad de criterios frente a otras temáticas no menos importantes para la educación superior como la autonomía y democracia, la calidad, el bienestar universitario, la relación IES-sociedad, etc. 

Después de mes y medio de desgaste por la ardua movilización desarrollada en este tiempo y con ocasión de los varios encuentros que se realizaron y que no arrojaron prácticamente nada en términos de construcción política, se llegó a la firma del acuerdo el 14 de diciembre, para muchos “histórico”. Dicho acuerdo, firmado en un mes de reflujo para la movilización, generó, como lo es normal, una fragmentación en el movimiento y una pérdida de fuerza del mismo. La lucha que siguió, estuvo centrada en la implementación de dicho acuerdo por medio de mesas técnicas. Durante el presente año, también se realizaron encuentros de estudiantes (amplios, con composición especial, etc.) pero desafortunadamente, el avance fue mínimo en la puesta en marcha de dicho acuerdo. 

Llegamos pues a la tercera parte del año 2019, con un incumplimiento sistemático del gobierno nacional y con la reactivación de la movilización del movimiento, que una vez más se expresa en las calles de manera espontánea y respondiendo a elementos coyunturales tales como: la presentación del artículo 44 del Presupuesto General de la Nación (PGN), las arremetidas del ESMAD contra la protesta social, el asesinato indiscriminado de indígenas y líderes sociales y un clima de agitación latinoamericana generalizado en respuesta a las políticas económicas de Duque y el bloque de la derecha latinoamericana, cuya bases se encuentran en los dictámenes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)[vi]. Medidas que resultan como salvaguarda de la crisis que atraviesa actualmente el sistema capitalista. En el caso de la Universidad del Tolima, asistimos nuevamente a una Asamblea Permanente sin tener un horizonte claro de lucha y sin saber hacia dónde vamos realmente.

Una reflexión necesaria 

Respecto al desenvolvimiento del movimiento estudiantil colombiano en el 2018 y el 2019, vale la pena decir que, como ha sido un común denominador, nuestro movimiento no logró salir del espontaneísmo ni del coyunturalismo, al no tener una propuesta clara y concreta acerca del modelo de educación superior. Esto se ve reflejado en las movilizaciones que, aunque tienen consignas, siguen careciendo de propuestas concretas. Si analizamos el desarrollo de los distintos encuentros, se puede ver la manera en que la discusión acerca de la autonomía, la democracia, el bienestar universitario, la calidad y la relación IES sociedad, fue dejada de lado para entrar en el plano estrictamente financiero. La totalidad de los temas anteriores fue una línea roja en la mesa de diálogo, así como el modelo económico fue una línea roja en las conversaciones de la Habana entre el gobierno y las FARC-EP.

Esto generó que la discusión dejara de ser enteramente de índole política para pasar al ámbito de lo técnico. Esto no está mal si el estudiantado hubiese contado personas cualificadas y con una propuesta clara sobre las fuentes de financiación o sobre los artículos 86 y 87 de la Ley 30 de 1992; desafortunadamente, no fue así. Lo que se pudo constatar allí, es que la plataforma UNEES carecía de propuestas en esta materia, lo que la llevó a pasar de protagonista en la palestra pública, a ser un actor secundario en la mesa de diálogo ya que el sector profesoral en su conjunto y organizaciones como ACREES, si contaban con algunas propuestas en materia de financiación. Esto llevó a una descoordinación y a la incapacidad por parte de nuestros negociadores en dicha mesa, ya que los ENEES no arrojaron tampoco bases sólidas que les permitiera a los negociadores un margen de maniobrabilidad específico demostrando la falta de cualificación y de conocimientos técnicos frente al funcionamiento del Estado colombiano, lo que fue aprovechado por la contraparte para dilatar por más de mes y medio dicha mesa, hasta llevar al movimiento al mes de diciembre, mes de reflujo y en el que se pierde capacidad de movilización y por ende de presión.

Desafortunadamente los hechos que rodearon a la negociación fueron al igual que confusos, de desconocimientos por parte de las grandes mayorías que se movilizaban. Por parte de la UNEES, no hubo una coordinación entre sus comités académicos y hubo una total falta de interés por articular propuestas que se estaban gestando desde la base estudiantil. Así mismo, la agenda de la mesa la impuso el gobierno nacional y nuestros negociadores no tuvieron capacidad para imponer nuestra agenda porque carecíamos de estrategia en este sentido.

Además, un acuerdo de confidencialidad entre las partes impidió la socialización de los avances y las discusiones de dicha mesa. El acuerdo firmado no pudo ser conocido por parte de las bases hasta el mismo día de ser firmado y no fue legítimo en tanto no tuvo una aprobación mayoritaria de las bases y en tanto la votación de los voceros se separaron simplemente por un voto[vii]. Ello violó el principio de democracia al interior de la plataforma ya que se había dicho que cualquier acuerdo debía ser aprobado desde las asambleas de cada IES para luego refrendarlo en la mesa. Esto, llevó a que el gobierno, con nefastas intenciones, impusiera a nuestros negociadores la firma del acuerdo, so pretexto de aceptar lo que había o nada. Para infortunio del movimiento, nuestros negociadores no tuvieron el carácter para impedirlo y cayeron en el juego del gobierno, firmando bajo presión y generando una gran ruptura al interior del movimiento.

Llegamos entonces a un acuerdo “histórico” para el movimiento estudiantil y el sector educativo, si se tiene en cuenta que no se había logrado en décadas recientes nada más que tumbar una reforma (con la MANE en el 2011). Pero en realidad, ese acuerdo no fue tan grande; aquí es importante recordar unas sabias palabras: “«Pirro, rey de Epiro en Grecia, invadió Italia en 280 antes de Cristo y derrotó a los romanos en Heraclea. Pero sus pérdidas fueron tan grandes que tras ganar la batalla exclamó: “Una victoria más como ésta y estoy perdido”. De allí el término “victoria pírrica”, que empleamos para denotar un triunfo tan costoso que en verdad constituye una derrota.» (Fuentes, 2005).  

En definitiva, el acuerdo no atacaba las causas estructurales de la crisis financiera del Sistema Universitario Estatal (SUE), incluyendo los Institutos Técnicos y Tecnológicos Universitarios (ITTU), pero alivianaba su situación actual y resultaba como un salvavidas para las IES públicas que hoy atraviesan una grave crisis para los próximos cuatro años del gobierno de Duque. En conclusión, dicho acuerdo no era más que la prolongación de una crisis y no su solución.

Vale la pena revisar qué hicieron los estudiantes para dicha implementación. Aquí es triste afirmarlo, pero realmente, se hizo algo muy poco. Lo que en verdad se hizo, fue legitimar unas mesas con el gobierno que no han servido para prácticamente nada, porque al carecer de propuestas, se asistía de manera pasiva a esas mesas. Además, mientras en las mesas, los tecnócratas nos daban la mano en un cordial saludo, en las calles el escuadrón de la muerte arremetía contra nuestros compañeros, haciendo perder la vista a varios de ellos, estigmatizando por medios de comunicación, persiguiendo y criminalizando la protesta social.

Conclusiones

El movimiento estudiantil, no ha adquirido la conciencia de la posición irreconciliable entre sus intereses y los intereses de esa caterva sempiterna enclaustrada en el régimen político, económico y social colombiano; es decir, no ha adquirido una conciencia de cambio, que subvierta el estado actual de las cosas, esto es, una conciencia de transformación social. Siguiendo a Lenin[viii], no hemos salido del estado embrionario que representa el elemento espontáneo.

Esto, significa un sometimiento de la conciencia a la espontaneidad, que se dejan llevar por frases, del todo gusto de la burguesía nacional, como aquellas que dicen: “es mejor conseguir un poco más de dinero que intentar conseguir un cambio en el sistema educativo y un cambio en la sociedad” o “algo es algo, peor es nada”. Pretensiones del todo conformista y egoísta por demás, como si la lucha por una nueva educación, que está relacionada indisolublemente con el modelo de país que queremos educar, fuese algo que les competiera solamente a los estudiantes o consistiera en ganar las migajas que se caen de la mesa donde se sientan los que detentan el poder.

Con esa mirada, se renuncia por completo a elaborar independientemente una política educativa, transformadora y específica que corresponda a los objetivos generales de una nueva sociedad y a las condiciones actuales de Colombia. El desarrollo espontáneo del movimiento estudiantil, y social en general, camina directo a la subordinación de intereses de aquella clase que detenta y ejerce el poder en nuestro país al carecer de estrategia y horizonte programático. 

Siguiendo a Rosa Luxemburgo[ix] y es algo que se debe tener en cuenta para no confundir los medios con el fin, estas luchas parciales tienen el objetivo de “preparar” al movimiento social para la lucha revolucionaria y fortalecer la conciencia de la sociedad acerca de la imposibilidad de obtener un cambio social profundo sin luchar por el poder político. Para los reformistas, esas luchas supuestamente reducen gradualmente la propia explotación capitalista. Le quitan a la sociedad capitalista su carácter capitalista. En ese sentido cabe preguntar, ¿las reformas detenidas por el movimiento estudiantil han reducido gradualmente la propia explotación capitalista? ¿le han quitado su carácter capitalista y ha hecho el sistema más amigable con la sociedad? No; y esto se sustenta con una frase de esta pensadora: “La transformación social y la reforma legislativa no difieren por su duración sino por su contenido.”[x]

Propuesta

1. En lo nacional, se debe salir del elemento espontáneo para avanzar en el elemento consciente. ¿Cómo? Abandonando la inmediatez del contexto, dejando de lado la pretensión de cambiar un modelo de educación superior y de país, en unas cuantas semanas. Este cambio es un proceso lento y que posiblemente durará no menos de uno o dos años. Se debe ser pretencioso; es decir, se debe aspirar a jugar por todo el tablero de ajedrez y no solamente por uno de sus cuadros. Esto significa, que el movimiento debe aspirar a transformar realmente el sistema educativo y la sociedad colombiana, y no simplemente lograr más recursos económicos para la educación. Por ello la necesidad de los Consejos Estudiantiles que deben apelar a los insumos de procesos anteriores como la Ley Alternativa de Educación Superior desarrollada por la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE), aportes en materia de proyectos de ley propuestas por distintos congresistas e insumos del estudiantado, como lo es la propuesta de regionalización de la educación superior realizada por la MERE-UT.

2. Debe haber un levantamiento de la mesa general y de las mesas técnicas. Esto, por dos cuestiones fundamentales, primero, por dignidad del movimiento. No podemos dialogar con quienes nos estigmatizan, persiguen, criminalizan y con quienes son los responsables de la pérdida de ojos de algunos de nuestros compañeros. Segundo, con el fin de no seguir cayendo en el juego del gobierno, legitimando un espacio que nos es adverso y que sirve simplemente para desconcentrar la lucha del estudiantado como lo hizo el acuerdo del 14 de diciembre del año anterior. Además, el nuevo modelo de educación no podrá surgir de una mesa de diálogo que no tiene carácter vinculante, solamente saldrá a la luz con el entusiasmo, la disciplina y el ímpetu del estudiantado, vía referendo, proyecto de ley en el congreso, etc.

3. Apoyar el Paro Nacional, contando decididamente con gran afluencia del estudiantado y uniendo esfuerzos con ellos en aras de construir unas reivindicaciones generales en pro de la transformación de la sociedad colombiana. Las universidades, como centros del pensamiento y de producción de conocimiento, deben ser los puertos de llegada de los distintos sectores y fungir como catalizador de una construcción política intersectorial en aras de avanzar en una agenda común de país.

4. En lo local, se deben fortalecer los procesos locales y de base, como lo son la constitución y puesta en marcha de los Consejos Estudiantiles; esto, para avanzar en el terreno práctico en temas como autonomía y democracia. Este fortalecimiento de la organización estudiantil, es en aras de poder reunir la información necesaria para desarrollar diagnósticos de la situación de nuestra universidad (como lo propone la MERE), participando también con propuestas en la destinación de recursos que están entrando a las universidades por concepto de inversión, funcionamiento, así como sobre quiénes los ejecutan y la manera en cómo se irán ejecutando dichos dineros. Debe haber también un hecho político como la declaratoria de personas no gratas a algunos de los directivos y esquiroles que utilizan la U para sostener su estilo de vida.

5. Asumir la asamblea escalonada como mecanismo que nos permita encontrarnos como mínimo una vez a la semana para darle dinamismo a los Consejos Estudiantiles, y por medio de ellos realizar en la práctica la autonomía y la democracia que tanto luchamos. Esto se debe dar comprometiendo a los docentes tanto de planta como catedráticos, en este proceso, para que la asamblea escalonada sirva realmente, y no pase como ocasiones anteriores en las que pierde su efectividad ante la negativa participación del estamento profesoral y de trabajadores.

6. Finalmente, se necesita de un órgano de propaganda, agitación, formación, denuncia y organización como lo es un periódico, revista etc. (que puede ser físico o digital) que tienda a unir la lucha huelguística con el movimiento social y contra el demofascismo latinoamericano.

Fotografía: Asamblea General de Estudiantes UT, octubre 2018

(*) Integrante del Consejo Estudiantil de Historia y del Colectivo Su-versión-es.



[i] Enver Hoxha; Informe ante el IIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1956. Disponible en la web: https://www.marxists.org/espanol/enver/elibros/enver-hoxha-informe-8vo-congreso-pta.pdf
[ii] Diccionario filosófico abreviado. 1959:95-98.
[iii] Médico de la Universidad Nacional de Colombia, ex prisionero político y revolucionario colombiano.
[iv] Ver: Relatorías Primer Encuentro Nacional de Estudiantes de la Educación Superior.
[v] Ver Compilado relatorías: Encuentro Nacional de Estudiantes de Educación Superior de emergencia.
[vii] Los voceros que votaron a favor de la firma del acuerdo fueron 11 en contra de 10.
[viii] En su clásica obra ¿Qué hacer? en la que aborda en el capítulo dos el problema del elemento espontáneo y el elemento consciente. Disponible en la web: https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1900s/quehacer/qh2.htm
[ix] En su clásica obra Reforma o Revolución. Disponible en la web: https://www.marxists.org/espanol/luxem/01Reformaorevolucion_0.pdf
[x]  Ibid.