La causa uribista


Es de suma gravedad que la obediencia debida de los militares se dé solo hacia el partido de Gobierno y no hacia todos los estamentos civiles y a la expresión civil del Estado.

| Por: Germán Ayala Osorio* / La Oreja Roja |

Durante las dos administraciones de Uribe Vélez (2002-2010) nació, se extendió y se consolidó un proceso claro de politización de las FFAA, en particular, del Ejército nacional. Politización asociada a la lucha frontal contra la subversión que planteó el entonces presidente, para “acabar conlafar[1]”. Uribe logró un respaldo casi unánime dentro de las FFMM en su propósito de derrotar a esa guerrilla.

Después, con la llegada de Santos a la presidencia y con su decisión de negociar el fin del conflicto armado con las Farc-Ep y por esa vía, facilitar la llegada de inversión extranjera, ese proceso de politización sufrió algunos ajustes y contratiempos, por el talante de la cúpula propaz que Santos conformó.

Una vez terminado ese gobierno, firmado el Acuerdo de Paz y echada a andar la implementación de lo acordado en La Habana, nuevamente las facciones del Ejército que simpatizaban con Uribe volvieron a operar bajo las orientaciones, principios y ese particular ethos de lo que se conoce como el “uribismo”.

Lo de las recientes chuzadas es apenas la punta del iceberg de lo que aquí llamo la politización y captura del Ejército por parte del partido de gobierno.

Son varios hechos que de manera directa e indirecta se conectan con esa captura política de sectores importantes del Ejército: el primero, la entronización de un ethos mafioso que alienta actividades de corrupción dentro de las fuerzas armadas, que derivan en la connivencia y el maridaje con las estructuras paramilitares (Águilas Negras, y otras), responsables en buena medida del asesinato de líderes y lideresas sociales, defensores del ambiente, de los DDHH y en general, todo aquel que ose criticar al gobierno o manifieste simpatías con ideas de izquierda. Y por supuesto, el apoyo militar a grupos de narcotraficantes que operan en el departamento del Cauca, responsables del asesinato sistemático de indígenas.

Es decir, ante la salida de circulación del gran enemigo interno que eran las Farc-Ep, la animadversión y el recelo se trasladó hacia estudiantes y los sectores poblacionales ya indicados; el segundo hecho se expresa con las actividades de las “chuzadas” adelantadas por la Inteligencia Militar para interceptar las comunicaciones de congresistas, periodistas y magistrados enemigos de la “causa uribista”.

Es decir, personas consideradas nocivas para los intereses empresariales y políticos que desde el Centro Democrático se suelen agenciar. Por ejemplo, la deforestación sistemática y planificada de las selvas de la altillanura y del amazonas, para instalar allí los agronegocios[2]  y la ganadería extensiva que apoya el propio gobierno de Duque, por indicación directa de Uribe; lo anterior, como respuesta a los apoyos económicos recibidos para la campaña presidencial. Por supuesto que no se descarta que el propio hijo de Salgar tenga propiedades en el sur del país.

Así entonces, lo que viene sucediendo con las fuerzas militares y en particular con el Ejército nacional es de suma gravedad, lo que ameritaría una vigilancia especial por parte de la ONU, organismo que viene acompañando al Estado para sacar adelante la implementación de lo acordado en Cuba. De igual manera, la Unión Europea y en particular los países que vienen entregando recursos económicos para afianzar la paz en Colombia, deberían de estar atentos a esa captura política del Ejército y en general de las FFAA.

Es de suma gravedad que la obediencia debida de los militares se dé, solo hacia el partido de Gobierno y no hacia todos los estamentos civiles y a la expresión civil del Estado.

Convertidas las FFAA en un brazo armado del Centro Democrático, lo que se viene consolidando es una velada dictadura en la que la Oposición y los sectores de opinión críticos del gobierno de Duque, serían vistos bajo la nomenclatura del nuevo enemigo interno. Y esa dictadura estaría soportada en una realidad: la llamada “causa uribista”, sería acogida como un asunto misional dentro del Ejército.


(*) Docente Universitario. Comunicador Social y Politólogo. Estudiante del doctorado en Regiones Sostenibles de la Universidad Autónoma de Occidente.

Notas:

[1] Esta es la expresión genuina del expresidente Uribe, fruto de un problema de dicción al hacer referencia a la entonces guerrilla de las Farc.

[2] Instalar el modelo de la gran plantación. Monocultivos de palma africana y azúcar. Estos son modelos claramente insostenibles desde las perspectivas socio ambiental y ecológica.