El barcino, Jorge Villamil




Por: Omar Durango / Arcadia

Jorge Villamil nació en 1929. Venía de la vieja élite rural de hacendados y terratenientes del Huila, una tierra que se había convertido en escenario de las luchas agrarias de los años veinte cuando los campesinos, colonos y aparceros iniciaron fuertes movimientos locales en rebelión contra el latifundismo. Villamil creció en El Cedral, la hacienda cafetera de su padre, en contacto con la vida campesina y el mundo rural que albergaba el 79% de la población colombiana en ese entonces, y de ahí surgió su gusto por la música campesina que, dicen, aprendió a interpretar con las guitarras de los campesinos que trabajaban en la finca.



Además de haber vivido los convulsivos años treinta en el campo, justo en las zonas de mayor debate, terminó el colegio en Bogotá en 1948, el año del Bogotazo, donde luego estudió medicina. Fue hacia 1968, en un escenario que no había variado mucho desde los años cincuenta, que Villamil compuso “El barcino”. La canción, que también se conoce como “El torito bravo”, narra la historia de un novillo cuyas travesías guardan relación con los eventos políticos de La Violencia y los desatados durante el Frente Nacional. 

“Cuando los tiempos de la violencia / Se los llevaron los guerrilleros / Con Tirofijo cruzó senderos / Llegando al Pato y al Guayabero”, dice su letra en evidente alusión al líder guerrillero. Villamil fue tildado de colaborador de la guerrilla y en 1976, siendo médico y colono de tierras selváticas, fue detenido y acusado de auxiliar a las Farc.

En la misma estrofa, “El barcino” evoca el ataque de las Fuerzas Armadas a las autodefensas campesinas comunistas que enfrentaron la brutalidad oficial durante el periodo de La Violencia. El Partido Conservador en cabeza de Álvaro Gómez Hurtado venía denunciando desde 1961 la existencia de “repúblicas independientes” que escapaban al control del Estado: se trataba, ante todo, de Marquetalia, Riochiquito, El Pato, Guayabero y Sumapaz. “El barcino” recuerda un mito no solo para las Farc, sino también para millones de campesinos.

“El barcino” está compuesta en el ritmo popular, festivo y pegajoso del sanjuanero, y se deja oír durante las navidades en las chirimías de Tierradentro –en el nororiente del Cauca–, en los caminos del Huila, en las emisoras comunitarias y universitarias, en los festivales de música colombiana y casas de cultura, evocando entre nota y nota las huellas de una memoria que como el “torito bravo” también “tiene alma de acero”.