Desarrollo del agro y de manufacturas es necesario para el Trabajo Decente y la paz sostenible y duradera



|Por Carlos Julio Díaz L.|Director general ENS|

El Censo Nacional Agropecuario (CNA) que acaba de publicar el DANE, del cual se conoce un informe preliminar, deja en claro que los obstáculos estructurales, explícitos e implícitos, que tiene el campo colombiano para su desarrollo son, entre otros, los siguientes:

1.    La tendencia creciente en la concentración de la tierra, a tal punto que el 70% de los propietarios de predios rurales poseen menos del 5% de la superficie. Esto ratifica el GINI de tierras en Colombia como el más alto del mundo, por encima del 90%.

2.    El monumental conflicto entre la vocación real (agricultura) y el uso efectivo (ganadería) de la tierra rural en Colombia. De acuerdo con el CNA, menos del 1% del total de hectáreas del rural disperso del país se utiliza para producir alimentos. Por esa razón hoy importamos más de 10 millones de toneladas, que se podrían producir fácilmente en nuestro país con apoyo estatal. Del total de las hectáreas de uso agropecuario, el 84% se usa en ganadería y el 16% en cultivos, y de estos últimos el 75% en cultivos permanentes (agro-exportación) y el 15% en alimentos. En resumen, gran parte del suelo apto para agricultura se encuentra ociosa o se utiliza en ganadería extensiva e ineficiente, y de lo poco que se utiliza en agricultura, la mayoría se dedica a la agro-exportación, en sectores con prácticas laborales precarias y antisindicales, como la palma de aceite, flores, caña de azúcar, etc.

3.    El escaso desarrollo tecnológico. Solo el 17% de los predios utiliza algo de maquinaria, el resto todavía utiliza machete y azadón, ya que son predios demasiado pequeños: menos de 5 hectáreas. Esto explica la baja productividad y por ende los bajos ingresos y pobreza rural. En 2013 solo los productores del 9,6 % de las unidades productivas recibieron asistencia o asesoría técnica, la mayoría de ellas probablemente fueron unidades cafeteras.

4.    El crédito no fluye hacia el agro. Solo el 11 % de los productores solicitó un crédito agropecuario, y de ese porcentaje el 90% tuvo aprobación. El no uso del crédito obedece a que es muy costoso, lo que, aunado a la baja productividad  del campo, lo hace impagable.

5.    El atraso en infraestructura vial hace costoso el transporte de la producción agropecuaria hacia los grandes centros de consumo. Gran parte de esta producción se pierde por ese motivo.

6.    La existencia de carteles de intermediarios que no dan precios de paridad a los agricultores para hacer rentable la producción agro-alimentaria.

7.    El presupuesto público para el agro es cada vez más reducido, y lo poco que se orienta al sector no llega donde se necesita, como lo evidenció el programa Agro Ingreso Seguro.

Por otra parte, desde cuando Colombia asumió el modelo neoliberal, hace unos 25 años, venimos en un proceso de desindustrialización en favor de los sectores de agro-exportación y el minero-energético, éste último con bajo impacto en la ocupación. En promedio la economía viene creciendo 7 veces más que la industria manufacturera, con el agravante que los empleos perdidos en este sector no se absorbieron por el de agro-exportación, ni por el minero- energético. Ahora, con el desplome de los precios del petróleo que ha agravado el déficit externo y fiscal, y el alto desempleo generado por este modelo de desarrollo, se hace necesario replantear el “libre comercio” como dogma y reorientar la política económica.

El desarrollo del agro y de las manufacturas es un proceso articulado e interdependiente, no es posible que uno se dé sin el otro, ambos se complementan. En la medida que el desarrollo tecnológico y el uso de maquinaria eleve la productividad agrícola, de manera natural se reduce la ocupación en el sector, que debe ser absorbida por la industria manufacturera si ésta se desarrolla, teniendo como pilar el subsector de equipos, máquinas y herramientas.

9 propuestas en relación con el agro

1.    No más tratados de libre comercio y renegociación de los existentes.
2.    Protección arancelaria y crédito de fomento.
3.    Se deben corregir las divergencias entre vocación real y uso efectivo del suelo, de modo que con una política pública se reorienten las áreas ociosas y de ganadería extensiva hacia  actividades agrícolas.
4.    Ampliar la frontera agrícola de producción de alimentos, reduciendo las tierras ociosas, de acumulación especulativa o subutilizadas en ganadería ineficiente.
5.    Atacar la acumulación especulativa de la tierra por medio de impuestos, para así obligarla a producir.
6.    Apoyo crediticio, técnico y tributario a actividades que vayan en la vía del desarrollo sostenible, como la reforestación y la reconversión ganadera al silvopastoreo.
7.    Promover formas asociativas de los pequeños productores para hacer viable las economías de escala.
8.    Precios paritarios o de sustentación para garantizar que el precio que cobra el productor agrícola cubra sus costos, más un porcentaje de ganancia razonable que le permita mantenerse en operación.
9.    Colombia fácilmente puede empezar a sustituir los más de 10 millones de toneladas de alimentos que hoy importa con un dólar encarecido, y generar incluso excedentes para la exportación. Esto significará más empleos en el agro, más ingresos, menos pobreza y más paz.

9 propuestas en relación con las manufacturas

1.    No más tratados de libre comercio y renegociación de los existentes.
2.    La utilización temporal de aranceles, para irlos reduciendo progresivamente en la medida que se fortalezcan los diferentes subsectores.
3.    Inversión en infraestructura y en ciencia y tecnología.
4.    Crédito de fomento para combatir la especulación financiera.
5.    Reducir el costo del kilovatio hora de energía a estándares internacionales.
6.    Control de cambios y tasa de cambio diferencial.
7.    Impuestos que favorezcan la producción y castiguen la especulación.
8.    Promover una política de sustitución de importaciones mediante la generación de manufacturas y servicios de calidad, que permita a los proveedores nacionales y locales acceder a la contratación con el Estado y empresas públicas estatales.
9.    Articularse a los procesos de integración regionales, por ser economías complementarias y similares en competitividad.

El Trabajo Decente, como fundamento de una paz estable y duradera, sólo podrá darse con políticas que transformen a Colombia en una potencia agrícola e industrial, y con grandes inversiones en infraestructura vial, ferroviaria, puertos, distritos de riego, entre otras, que aumenten la productividad de la economía para garantizar trabajos estables, bien remunerados, vinculados al régimen contributivo de la seguridad social y con respeto a los derechos de libertad sindical.

Para lo anterior se requiere aumentar la inversión y el gasto público de manera ostensible. La tesis neoliberal de ajuste fiscal que permea el presupuesto público hará inviable el desarrollo del agro y la industria manufacturera. Se requiere un rediseño del sistema tributario para aumentar los ingresos públicos y hacerlo más justo y equitativo. Y por otra parte generar crédito interno para el agro, las manufacturas y la infraestructura por medio de un banco nacional de desarrollo.

Los acuerdos alcanzados en los diálogos de paz de La Habana en el tema de tierras, formalización laboral y Desarrollo Rural Integral, no se podrán desarrollar con el actual Plan Nacional de Desarrollo y con un presupuesto con mayores recortes para el campo. En estas condiciones, la política pública de Trabajo Decente para el Agro que anunció el Ministerio de Trabajo seguirá siendo un titular.

Sin el desarrollo de una industria manufacturera que agregue valor, la reducción del desempleo efectivo y la formalización laboral seguirán siendo marginales; serán más anuncios publicitarios que transformaciones positivas de la dura realidad que viven los trabajadores colombianos.

Publicado 25 de agosto de 2015.

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