Las verdaderas preguntas sobre la multiestamentaria



|Por: Faiber Pérez Castañeda – Estudiante del programa de Historia|

Antes de preámbulos e introducciones iniciaré este texto con el punto que, al parecer, se ha tornado más importante y trascendental de la pasada asamblea Multiestamentaria del 7 de mayo. Me refiero a la agresión que propicié a un estudiante de Comunicación Social y Periodismo (me acerqué a él primero pidiéndole que preguntara a la asamblea si quería o no escucharlo, acto seguido respondió de manera histérica, luego de la discusión se originó la agresión). Esa circunstancia me lleva hoy a ofrecer disculpas públicas, no a un individuo en particular sino al espacio y proceso asambleario que venía viviendo la Universidad del Tolima y sus estamentos.

Ofrezco disculpas por haber respondido inconsciente y pasionalmente al sabotaje, dilatación y burla que dicho estudiante –quien llegó tarde a la asamblea- direccionado por la administración, intentó y desafortunadamente logró llevar a cabo. Claro, contando con la ayuda de quienes entramos en su lógica.

No quiero que se desconozca mi falta, si debo ser censurado y juzgado por mi acción irrespetuosa frente a un escenario de debate y construcción participativa de universidad lo asumiré. Sin embargo, si bien ofrezco disculpas también quiero pedir a la comunidad estudiantil que no permita reducir el problema de la Universidad del Tolima y su proceso asambleario a un hecho minúsculo, que puede ser solucionado entre las partes. Yo tengo voluntad de hacerlo. Pero la discusión, el debate, los argumentos, las propuestas y todo lo que compromete el PROCESO ASAMBLEARIO, debe seguir desarrollándose en nuestra alma mater.

No podemos alinearnos a las pretensiones de unos pocos que administran la universidad, cuya intención es destruir o a lo sumo desviarnos del eje central de la discusión que es: la crisis económica real o ficticia (doble contabilidad) que presenta nuestra institución, esclarecer las implicaciones de los convenios entre la U. del Tolima y la Fundación San Martín, el por qué de los préstamos de buses institucionales a partidos políticos de la región, la no fabricación de las residencias mixtas de la universidad, la negación del Rector Herman Muñoz a generar el acto administrativo que le otorgue facultades decisorias a la asamblea, étc.

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Al parecer, la pregunta por el “otro” es uno de los interrogantes surgidos a partir de la asamblea del 7 de mayo. ¿Será que aquellos a quienes la comunidad universitaria no quiso escuchar y que fueron los mismos que llegaron tarde e intentaron dar su opinión sobre la hora de las decisiones son esos “otros” silenciados? Realmente ¿Quién ha sido ese otro negado, irrespetado e ignorado?

Ellos, los eternos amigos del orden establecido, clientelista y burocrático no son los “otros” acallados. Los otros ignorados somos nosotros, los estudiantes que mediante discusiones hemos pedido una distribución del presupuesto participativamente. Nosotros que hemos exigido la cancelación de unas elecciones para la representación estudiantil amarradas y amañadas. Los otros somos nosotros que hemos reclamado procesos democráticos reales dentro del campus. Los otros olvidados somos nosotros que solicitamos aulas, prácticas, laboratorios, bienestar universitario, trato digno a nuestros profesores, investigación y compromiso social y ambiental para con la región. NOSOTROS somos ese otro silenciado e ignorado porque día tras día el rector y su “grupillo” de seguidores desconocen nuestras exigencias, ignoran nuestros reclamos y desprecian nuestro pensamiento y potencialidades.

El más claro ejemplo es la pasada asamblea del 7 de Mayo -la cual no fue terminada después de las exaltaciones-. Ese día la asamblea aprobó la cancelación de las elecciones a representación estudiantil y aprobó un acto administrativo que otorgara legitimidad decisoria a la asamblea multiestamentaria. El rector Herman Muñoz no solo dio un NO tajante a la generación de tal acto administrativo, también desconoció el punto sobre las elecciones, llevándolas a cabo al día siguiente y por encima de nuestras decisiones.

Entonces ¿Quiénes somos los otros, los subalternos, lo olvidados, los ignorados, los silenciados y burlados?

Para finalizar y a manera de conclusión quiero reiterar que existen y han existido fuerzas desde el inicio del proceso asambleario que insisten –a manera muy acomodada- que el eje central de la discusión en las asambleas sea la convivencia y se deje de lado los problemas estructurales que aquejan a nuestra Universidad, como lo es el déficit presupuestal y malos manejos administrativos y económicos. Así que reducir el proceso asambleario a un acontecimiento como el ya mencionado sería dejar de lado todo lo que se ha logrado adelantar en materia de debate, análisis y propuestas para la construcción de la Universidad democrática, igualitaria, equitativa y participativa que queremos.

¡PROCESO ASAMBLEARIO DE INMEDIATO!

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