La memoria del “Baile Rojo”




“La verdadera desesperación es agonía, tumba o abismo. Si habla, si razona, sobre todo si escribe, inmediatamente el hermano nos tiende la mano, el árbol se justifica, el amor nace…”  Albert Camus. Un fragmento sobre uno de los episodios sangrientos de Colombia.

|Por Armando Orozco Tovar|

Lo comprobé una vez más: no nos conocemos de verdad sino en la tragedia, o cuando se exponen ideas y pensamientos con claridad, para conmemorar una fecha, como lo hizo Sebastián González, a los veinticinco años del magnicidio de Jaime Pardo Leal, el máximo dirigente de la Unión Patriótica, UP.

Y a ese evento, también asistió Jaime con sus pobladas cejas sobre sus ojos, su tic nervioso, sus gestos y movimientos carismáticos y característicos, y su  saco caído desde los hombros sobre la espalda con desgano, pero siempre atento, mirando para cada lado, como poniéndole atención  al mapa íntegro  del país, que como en las remotas épocas del líder liberal asesinado  Jorge Eliécer Gaitán, se congregaba esta vez alrededor suyo y de su encendida palabra.

Era el motivo de la charla de Sebastián González, trayendo a su memoria la tragedia de la UP, puesto que Sebastián González, es uno de los fundadores y testigo presencial de la aparición, fundación, desarrollo y genocidio, de la Unión Patriótica desde 1985.

Jaime Pardo Leal

Entonces el presidente Belisario Betancur, le abrió las esclusas a los navíos pacíficos de la guerra, para que comenzaran a navegar sin sus  artillerías pesadas sobre las aguas  procelosas del conflicto de siglos entre   el pueblo y la oligarquía gobernante.

Fue así como contó el expositor, que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-EP, fueron el punto de partida de este proceso de paz, cuando presentaron la “Ley de tierra”,  la cual debía proponerse, difundirse y defenderse, en todas las instancias, que surgieran del movimiento revolucionario, apareciendo por primera vez  la esperanza de una verdadera reforma agraria, la cual produjo una inusitada ebullición sin precedentes de entusiasmo, que como pompa de jabón se hinchó por todas partes.

En las ciudades el Partido Comunista, con otras organizaciones desarmadas y armadas de izquierda, de inmediato se plegaron a la UP, volcándose en esa anhelada  tolda  por donde ahora sí entraba la paz: las madres, padres, hermanos, huérfanos y viudas, de una guerra de años, inundando  con su alegría toda la superficie nacional.

Narró González, como las Juntas patrióticas, que surgían a borbotones, elegían a los mejores líderes naturales de las regiones, y a los dirigentes con mayor trayectoria en la lucha por la conquista de la tierra, y la defensa de la justicia social, a los más lúcidos hombres y mujeres, que de todas partes fueron  surgiendo como sus máximos representantes.

También al Congreso de la República, fueron a parar los mejores actores  de los sectores políticos y culturales de la nación, para completar la gran bancada de izquierda, que con sus tesis y proyectos legislativos de liberación nacional,  comprometían  al futuro de la sociedad en la construcción de un nuevo país.

El joven expositor manizaleño, explicó aquella noche con muy buena memoria, anécdotas, humor, y furia contenida, cómo la Unión Patriótica estuvo a punto de alcanzar el poder por medio de las elecciones en las postrimerías del siglo veinte, y narró, que fue cuando aparecieron las Autodefensas Unidas de Colombia – AUC, implantando el método del genocidio contra la Unión Patriótica, y  las organizaciones que la conformaban, como el Partido comunista.

Señaló que fue un fenómeno derivado del auge del proceso revolucionario, que  trataba por vía electoral de alcanzar pacíficamente la conducción del estado. Pero, recordó, que cuando este proceso se estaba dando los políticos hacendados y ganaderos, aliados al capital financiero neoliberal, trazaron el plan preciso de exterminio contra la UP.

Los exterminadores trajeron al país de Israel y otras naciones europeas, mercenarios expertos en el crimen, los cuales con sus bien entrenados pupilos, comenzaron a asesinar selectivamente a los dirigentes de la UP en las ciudades, poblaciones, veredas y campos, que como Jaime Pardo Leal, constituían en ese momento lo más avanzado políticamente de la sociedad colombiana.

Por otro lado el narcotráfico dirigido por Pablo Escobar, hacía por ese mismo tiempo su agosto sangriento, para tumbar la extradición decretada por el presidente Barco, hacia las cárceles de USA, de los miembros del Cartel de Medellín, con la puesta indiscriminada de carros bombas,  derribo de edificios institucionales y aviones comerciales, y  asesinato de candidatos presidenciales. De estas dos alianzas tenebrosas: la AUC y la mafia narcotraficante, surgió el por ellos  el denominado: “Baile rojo”, o exterminio contra la UP.

Siendo además el inicio de múltiples masacres con motosierras, en poblaciones donde la Unión Patriótica había tenido gran acogida, comenzando por: La Hondura, La Negra, Urabá, el 5 de marzo de 1988, y  Piñalito en el Meta, etcétera. Hasta completar un millar en toda la nación.

De esta forma el  testigo sobreviviente Sebastián González,  conmemoró en la fecha, con un recorrido excelente, coherente y preciso, en una charla que dio en la Librería Alejandría, el crimen de Jaime Pardo Leal, máximo dirigente de su movimiento, contándole a un público pequeño, pero cualificado, este capítulo trágico de la dolorosa historia colombiana.

Por lo demás, al finalizar su intervención, dijo: “Ahora, que vuelven a tañer las campanas de la paz, que están doblando por todos, en Oslo y en La Habana, con seguridad la memoria de Jaime, y de los seis mil o más asesinados de la Unión Patriótica, otra vez con amor resurgirá de sus cenizas en este nuevo amanecer del proceso de paz.


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